Opinión

El polémico tuit de Ignacio Velázquez

He leído una dura crítica contra el ex presidente de Melilla, Ignacio Velázquez, por un tuit controvertido en el que reprocha, entiendo yo que al Gobierno central, que ya que no puede hacer nada por el país, pruebe a enterrar de nuevo a Franco en el Valle de los Caídos.

Velázquez ha puesto su cara, su nombre y apellidos debajo de una idea que lleva rato circulando en chats de WhastApp en los que se atribuyen a la exhumación de Franco poderes sobrenaturales, que estarían detrás de todas las catástrofes naturales y epidemiológicas que han sacudido a España en el último año y medio: la pandemia, Filomena o la explosión del volcán de La Palma, por citar sólo los tres ejemplos que menciona también Velázquez en su polémico tuit.

Es curioso: España no es un país especialmente religioso ni supersticioso ni especialmente nostálgico del franquismo. Hay gente que sí echa de menos la dictadura y lo dice públicamente. Por algún motivo la democracia no convence ni a franquistas ni a comunistas. Pero ahí radica la grandeza de la democracia: en libertad nadie te mete en la cárcel ni te prohíbe volver a pisar tu país por decir lo que piensas.

Además, cuando llegan las elecciones, los de un bando y los del otro llegan hasta donde llegan. No creo que esto sea un problema que nos deba quitar el sueño, porque la alternancia política pone a cada uno en su sitio.

Volviendo a Velázquez, no hay que ir a la universidad para darse cuenta de que con su tuit el ex presidente ha pisado terreno pantanoso. Él ya ha aclarado que fue una broma, pero yo creo que ha sido más bien una cagada. Su sensación de que es un ciudadano de a pie le ha jugado una mala pasada. Porque no lo es. Velázquez es un ex presidente de Melilla y lo será incluso si él no quiere serlo. En política el humor negro raras veces tiene lecturas amables o cosecha aplausos al menos públicamente. Hay cosas con las que no se bromea.

Yo no conozco personalmente al ex presidente ni vivía en Melilla cuando fue inhabilitado durante un tiempo determinado para ocupar cargo público, pero recuerdo que en la campaña electoral de 2015 tocó a la puerta de mi casa para pedir el voto para PPL. Me sorprendió. Al médico y ex presidente no se le cayeron los anillos para ir puerta por puerta pidiendo el apoyo ciudadano. Tengo 48 años y es el único político que me ha pedido que vote a su partido mirándome a la cara.

Entiendo que Velázquez cree que el Gobierno central está gafado por desenterrar a Franco y que es responsable de fenómenos meteorológicos o epidemiológicos que, en ningún caso, son responsabilidad de nadie. Supongo que quiso hacer una crítica ácida que en estos momentos que atraviesa la gente de La Palma, no tiene ninguna gracia. Justo este jueves vi un balance del número de muertos por coronavirus en España: 86.000. Me parece una cifra brutal. La covid está dejando mucho dolor entre las familias españolas como para que se use de comodín en Twitter.

Lo cierto que no es la primera vez que se atribuye a un presidente socialista poderes perversos y en mi opinión es una asociación indebida entre superstición e ideología. Zapatero tenía fama de gafar a aquellos a los que celebraba, ensalzaba o los partidos que presenciaba. Eso no quiere decir que después que se fue ZP hayamos tenido una mejor vida en España. La crisis de 2011 fue dura. Rajoy la enderezó, pero a qué precio. Hubo recortes terribles que aún hoy arrastramos en la sanidad pública. Fue una cura de caballo que había que hacer y se hizo. Pero doler, dolió.

Otra cosa es la gestión y la respuesta que da el Ejecutivo a esas adversidades (pandemia, temporal Filomena) que, como todos sabemos, han sido muy cuestionadas en el caso del coronavirus, por ejemplo, por sus quebrantos de la Constitución, con los estados de alarma que, por cierto, salieron adelante no sólo con los votos del PSOE.

Las críticas duras que se ha llevado Velázquez por su controvertido tuit insinúan que el ex presidente tiene todas las papeletas para meterse en Vox. Él no ha dicho que volverá a la política, pero por lo visto, la izquierda no le olvida. Y eso es algo que lleva rato rulando por Melilla. De hecho, en mentideros políticos hay quienes hablan de que está esperando a ver en qué número de la lista va su hija, Paz Velázquez, para decidirse o no a echar el pulso al Partido Popular.

Es algo así, como una espada de Damocles sobre la cabeza de Imbroda, si finalmente consigue presidir el partido y tiene acceso a elaborar las listas a las generales. Queda mucho tiempo por delante y las últimas encuestas recogen un bajón en la expectativas de voto del PP a nivel nacional a raíz del rifirrafe entre Díaz Ayuso y Génova. El votante no quiere chismes ni luchas de poder ni divisiones internas. Y en Melilla, el votante lleva tiempo dándole la espalda a un modelo de PP que no enamora.

Todos sabemos que a Velázquez le sobran fuerzas para volver a levantar otro partido. Creó PPL de la nada, lo metió en la Asamblea y lo disolvió entre las filas populares. No creo que haya sido porque se dio por vencido sino más bien porque sigue considerando que el PP es su casa. Sólo él puede decir si finalmente da el paso y apuesta por Vox. Todavía queda tiempo. Aún tenemos por delante el Congreso del PP de Melilla y el rumor de que Sánchez no convocará elecciones hasta 2024. El partido no se acaba hasta que no pita el árbitro.

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