Alí Mimón es uno de los pocos aficionados al pastoreo que queda en la ciudad autónoma. La actividad ha caído prácticamente en el olvido y solamente la realizan unos cuantos, más por hobby que por ánimo de lucro. Con esta actividad, una cosa está bastante clara: No da para vivir, sino más bien todo lo contrario, conlleva más gasto que beneficios.
Mimón se aferra a esta tradición por amor a los animales. Tiene unas pequeñas instalaciones alquiladas en el extrarradio con unos cuantos borregos y un caballo y sale todos los días después de comer con ellos para que los animales pasten tranquilamente por la zona.
Tal y como le ocurre a los otros aficionados a esta actividad, se enfrenta a numerosos escollos. El principal de ellos es la dificultad para traer alimentos para sus animales desde Marruecos, ya que comprar directamente en Melilla es prácticamente imposible. “Ponen muchas trabas para traer un poco de alfalfa o pienso desde el país vecino”, lamenta. Además, considera que la situación es extraña habida cuenta de que cada día miles de personas pasan por la frontera cargando alimentos destinados al consumo humano.
Así pues, sus animales se alimentan de lo que encuentran por las zonas más alejadas del casco urbano, siempre respetando las zonas verdes de la ciudad.
Mimón insiste en que el pastoreo tiene muchas más pérdidas que beneficios. Al gasto del alquiler de los terrenos donde duermen sus animales, hay que sumar su mantenimiento y adecuada limpieza.
Pocos ingresos le proporciona su actividad. La única excepción es cuando vende algún borrego para su sacrificio por el rito musulmán. La venta no suele producirle unos ingresos superiores a los cien euros, poco para todo lo que cuesta cuidar a los animales.
Sin ‘fuerza’ para una asociación
Actualmente hay diez personas en Melilla aficionadas al pastoreo y cada vez son menos. La intención de Ali Mimón es la de fundar una asociación para tener algo de voz de Melilla y poder plantear sugerencias y peticiones. “Con los que somos tenemos poca fuerza para crear una organización. Lo peor es que cada vez quedamos menos dedicándonos a esto”, subraya.
Además, asegura que hasta ahora solamente han encontrado puertas cerradas a la hora de reclamar mejoras para hacer de su hobby una actividad menos costosa y más fácil de llevar.
Por otro lado, señala que los animales que más se crían son los borregos. Antes también había caballos, pero su número ha ido descendiendo. Hay que tener en cuenta que se trata de animales más costosos de cuidar y mantener. Asimismo, apunta que lo más normal es traer nuevos animales de la península, ya que por Marruecos es toda una odisea.
Así pues, parece que el pastoreo en Melilla es una actividad condenada a la extinción. Solamente unos pocos siguen practicándola, más por amor al arte que por afán de lucro.
Tampoco existen en la ciudad zonas específicas para que los animales pasten, lo que provoca que haya que tener un especial cuidado a la hora de elegir las zonas por las que se pastorea.
Alí Mimón es uno de los pocos que se empeñan en no dejar morir el pastoreo. Con esfuerzo y sudor, intenta sacar adelante su rebaño y congregar a los aficionados que aún quedan.
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