Esta zona verde es idónea para disfrutar de un día en familia al aire libre, así como hacer deporte.
Cuando uno accede al amplio recinto del Parque Forestal, respira hondo e hincha sus pulmones seguro de que los llenará de oxígeno en estado puro. No puede ser de otra manera, con tal cantidad de árboles y plantas, así como inmensas extensiones de césped que no dejan resquicio alguno para la contaminación.
De esta forma, las imágenes más frecuentes son las de personas practicando deportes tan sanos como la bicicleta o el ‘footing’, vecinos que pasean a sus perros y familias enteras que disfrutan de sus días libres en uno de los ambientes más indicados para hacerlo.
Variedad de especies
La flora del Parque Forestal presenta tal variedad que en un rápido paseo se pueden contemplar desde palmeras hasta cipreses, pasando por palmeras y hasta cactus. Los árboles, al igual que la hierba y las plantas, presentan un aspecto de lo más cuidado.
Junto a un estanque en cuyo centro un chorro de agua se eleva hacia el cielo, familias de melillenses pasan su tiempo en un espacio para enmarcar.
“Es el lugar perfecto para los días libres”, afirman muchos de ellos, especialmente los que tienen niños pequeños.
En el Parque Forestal se ubica desde el pasado noviembre el Jardín de los Valores, un símbolo contra la violencia de género. Y es que en esta zona verde se respira paz.
De los Jardines del Agua hasta la Plaza de España
Junto al cauce del Río de Oro, muy cerca de su desembocadura en el mar, se encuentran los Jardines del Agua. Haciendo honor a su nombre, los estanques forman parte del paisaje de este pequeño, pero acogedor parque, donde el agua fluye en un espacio rodeado de palmeras y otras especies vegetales.
A su entrada, junto a la avenida que se dirige hacia la Plaza de España, la estatua de Russad, la diosa del mar y de la miel, da la bienvenida a quienes visitan los jardines. Esta dama con forma de sirena surgió de la mente del escritor melillense Antonio Abad, en su novela
‘La mudanza’.
Camino hacia el centro de la ciudad, en la Avenida de la Marina, la mediana que separa los carriles del tráfico rodado está alfombrada con un césped pulcro del que brotan palmeras, plantas y flores cuidadas a la perfección.
Y, ya en la Plaza de España, el caminante se encuentra en su centro, rodeando la columna que la preside, círculos concéntricos que llaman la atención por su césped bien segado, la belleza de sus flores y los árboles que completan este panorama del corazón de esta ciudad.
La imagen de Melilla jamás sería la misma sin las zonas verdes que siempre formarán parte de su paisaje.
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