Melilla cierra el año con menos parados que hace un trimestre pero a la vez con casi un 4,5% más de desempleados que a finales de 2010. Nuestra tasa de paro, por encima del 22%, más alta también que la media nacional, constituye el principal problema al que se enfrenta la ciudad en el nuevo año, porque en realidad es la consecuencia primera de nuestros principales problemas.
El ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente del nuevo Gobierno Rajoy, Miguel Arias Cañete, subrayó la necesaria solidaridad de la Unión Europea y el Ejecutivo central de nuestra Nación para conseguir que Melilla registre parámetros similares al resto de territorio nacional en lo tocante a desarrollo económico y social.
La declaración del ministro durante la toma de posesión de Abdelmalik El Barkani no puede ser un brindis al sol ni la reiteración del discurso habitual del PP en sus ocho largos años de oposición en el Parlamento de nuestro país. Todos esperamos que esa política de atención especial que se nos ha prometido se lleve a cabo y empiece a traducirse, de entrada, en más y nuevos planes de empleo que permitan, cuando menos, seguir frenando en poco más de 10.300 el número total de desempleados en nuestra ciudad.
Aunque la medida no sea más que una ocupación temporal que no asegure trabajo estable ni tampoco a medio plazo, es cuando menos una iniciativa imprescindible para mantener una mínima estabilidad en una ciudad marcada por extremos desequilibrios sociales, amén de una tasa de paro muy elevada.
Si los Planes de Empleo no existieran, estaríamos cerca de los 13.000 parados, lo que representaría una cifra absolutamente inaguantable para Melilla.
Es comprensible que el Gobierno de Juan José Imbroda se plantee, como primera propuesta ante el Gobierno de Rajoy, demandar más políticas activas de empleo o, lo que es lo mismo, más planes de trabajo auspiciados por la Administración central, para combatir el extremo riesgo que supone tan elevado número de parados en una ciudad especialmente singular y, al par, con mayor riesgo de conflictos, como puede ser la nuestra.
El nuevo delegado del Gobierno tiene una tarea ardua en el mismo sentido, puesto que los Planes de Empleo, en su mayor volumen, dependen del organismo gubernativo.
Aunque se presupone que su actuación estará estrechamente coordinada con el Gobierno local, dada la identidad de la que parte El barkani, al haber sido miembro de los Ejecutivos presididos por Juan José Imbroda desde el año 2003, su labor también tendrá su propia esfera de responsabilidad en este frente.
Melilla tiene muchos problemas, desde la situación fronteriza hasta la falta de alternativas económicas de futuro cuando empieza a culminar el desarme arancelario marroquí respecto de los productos europeos.
Tiene pendiente también resolver con la UE su futuro régimen en el marco comunitario.
Este es sin duda un año de asignaturas pendientes que deben culminarse de una vez, cuando no enderezarse de manera definitiva hacia soluciones finalistas.
La ciudad no conseguirá combatir la cara más extrema de sus problemas, tal cual es el paro, hasta que no logre asentar las bases para un cambio económico que, inexorablemente, debe ir aparejado también a una mejora en las relaciones fronterizas.
Ayer, la casa real marroquí daba cuenta de la conversación que Rajoy mantuvo con Mohamed VI para anunciarle un próximo viaje a Marruecos, que podría producirse a finales de este mes o en febrero próximo.
Según la nota oficial emitida por el vecino país, en la conversación se repasaron las relaciones bilaterales entre ambos países y se acordó reforzarlas desde el respeto mutuo y los beneficios para ambas naciones.
En el día de ayer se conoció también que como ministro adjunto al de Exteriores se ha nombrado a un gran conocedor de España, hasta ahora secretario general de la Unión por el Mediterráneo. Se trata de Yusef Amrani, quien ha sido también embajador de Marruecos en países latinoamericanos.
Marruecos está iniciando una nueva etapa, no exenta de incertidumbres, y aunque Rajoy haya apostado primero por dar prioridad a las relaciones de España con los socios de la UE, es lógico su gesto hacia el vecino del sur, con el que compartimos tantos intereses comunes y con el que la fuerza del progreso debe encaminarnos a unas relaciones más satisfactorias para Marruecos y España, en las que el papel de Melilla y Ceuta como plataformas de Europa en el Norte de África debe potenciarse.
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