Los sindicatos comenzarán a festejar hoy el Primero de Mayo porque saben que el día festivo en que se conmemora es jornada de éxodo masivo y de menos participación ciudadana aún en una efeméride que, a pesar del alto índice de parados y las connotaciones de la actual crisis económica, moviliza cada vez menos a la sociedad.
Desideologizados, desmotivados, escépticos y recelosos in crescendo respecto de todo y de todos, los españoles en general y los melillenses en particular ya no identifican el Primero de Mayo con un día para la reivindicación. Los mismos sindicatos lo han reducido en realidad a un motivo de encuentro entre afiliados y de homenaje o reconocimientos a aquellos afines históricos que por su trayectoria o su compromiso merecen un galardón público.
A pesar de todo, el Primero de Mayo, en este año, debería ser como un revulsivo contra la realidad socioeconómica que vivimos, cruda en todo el territorio nacional y cada vez más atosigante en esta ciudad nuestra, donde el espejismo de un 47% de población activa asegurada por su empleo en la Administración Pública, no puede cegar la gran fractura social que anda derivándose de un registro histórico de más de 9.300 parados con vocación, para mayor preocupación, de seguir subiendo a medida que se vayan conociendo nuevas estadísticas mensuales.
El peor dato se espera para principios de julio, cuando se contabilice el final de los Planes de Empleo que acabarán el 30 de Mayo próximo, y la terrible estadística engorde hasta más de once mi parados sólo en Melilla. La cifra, en una ciudad de doce kilómetros cuadrados como la nuestra, debería conmover a nuestros políticos y representantes públicos en general, más allá del rifirrafe preelectoral permanente en el que andan envueltos a diario.
Ayer, en el programa ‘Galería’ de Popular TV, donde colaboro con mi excompañera de prensa escrita, Mariángeles Jiménez, tuvimos la oportunidad de entrevistar al actual secretario general de la UGT local, Alonso Díaz, cuyo discurso no sólo fue cordial y dialogante, sino sobre todo positivo e imprescindible frente a los acuciantes problemas que, como el paro, complican in extremis la actual realidad melillense.
Alonso Díaz abogó por una mesa de concertación social que pudiera resultar mucho más operativa que el non nato y siempre discutido Consejo Económico y Social y que no sólo agrupara a los agentes sociales y representantes del Gobierno de la Ciudad Autónoma, sino también a todos partidos con representación en la Asamblea de Melilla, así como a la Administración General del Estado.
Decía el histórico sindicalista que más allá de las disputas políticas, todos deberíamos ser capaces de trazar unas líneas gruesas sobre cómo y en qué forma actuar, no ya sólo para dibujar la Melilla de futuro que podamos pretender, sino para afrontar un presente en el que el número de parados crece día a día, con el riesgo añadido de que su falta de formación en un 80% y de cualificación en un 50%, condena de por vida a muchos de ellos al desempleo permanente y sin solución.
Hemos querido creer, y en cierto modo ha sido así, que la crisis económica que sacude el mundo y que sigue afectando especialmente a España, no incidía tanto en nuestra ciudad como en el resto del país, gracias a ese gran colchón de empleados públicos que, hoy por hoy, pase lo que pase, cobra siempre su sueldo mensual y no sufre riesgos de perder su puesto de trabajo. Pero esta realidad es sólo una parte de Melilla a la que se contrapone el retorno cada vez más progresivo de parados melillenses que, al quedar sin empleo en otros lugares de España o el extranjero, están retornando a su tierra, así como el nutrido grupo de parados perennes y condenados a no trabajar en su vida, a no ser que se les contrate en un Plan de Empleo.
Alonso Díaz reiteraba ayer en Popular TV lo que su sindicato, UGT, viene proponiendo desde primeros de año, para que las distintas administraciones, local y central, hagan un esfuerzo añadido y presupuesten nuevos Planes de Empleo que, con carácter extraordinario, permitan reducir las preocupantes y altísimas cifras de parados.
La propuesta del sindicato correa del Partido Socialista demuestran que la UGT es cada vez menos corea del Gobierno Zapatero y que es preciso enfocar su estrategia hacia la presión más que la confrontación respecto de nuestros gobernantes.
Realmente la propuesta ugetista es razonable, porque con el perfil de nuestros parados urge poner en marcha medidas sociales que al menos sirvan de bálsamo frente a la extrema situación que viven los desempleados sin opción a meter cabeza en nuestro mercado laboral. Y la reacción en positivo que UGT demanda exige que se produzca en todas las direcciones, desde el Gobierno local -porque dinero hay si se quiere para apoyar también con planes de empleo propios la lucha contra el paro- y, por supuesto, desde el Gobierno central, que con su recorte de un 35% en las inversiones estatales para Melilla en este 2010, está especialmente obligado a tomar cartas en el asunto.