El diario El País ha publicado este miércoles un reportaje titulado ‘El papel de España y Marruecos en las muertes del 24J’ con múltiples testimonios de sudaneses que vivieron aquel episodio. Una de sus autoras, María Martín, ha pasado por la mañana por el programa La hora de la 1 y ha desgranado lo que en él se cuenta. La periodista ha asegurado que los vídeos demuestran que las fuerzas de seguridad marroquíes “entran y se llevan, de forma no muy amable, a los refugiados sudaneses que están ya en Melilla”, y ha apuntado, al respecto, que “no es que sea a petición de España, sino que Marruecos se ofrece y España acepta esa colaboración”.
Entre las 470 personas que fueron expulsadas, según las cifras del Defensor del Pueblo, Ángel Gabilondo, la noticia cuenta que se encuentra un menor, Sam, de 16 años, que dice que fue devuelto en caliente a Marruecos para después ser golpeado pese a que ello contraviene la legislación nacional e internacional, porque, según Martín, “no hay ley que respalde que se pueda devolver a un menor de edad en estas circunstancias como se hizo”.
Además, la periodista ha relatado que, durante la avalancha, uno de los inmigrantes “presencia, desde la parte superior, la muerte de otro” en territorio español. Aunque, según ella, existe “una evidencia visual”, en una conversación en los vídeos ase escucha a agentes marroquíes que se preguntan, mientras compañeros suyos “arrastraban los cuerpos hacia su lado”, si esa persona estaba muerta o no, “y, efectivamente, se responden entre ellos ‘sí, está muerta’”.
En este sentido, Martín apunta que “la tierra de nadie no existe y, aunque existiera, España seguiría teniendo responsabilidad en ella”. Incluso, ha añadido, aunque hubiera “una zona operacional conjunta, que sería el patio grande, el lugar donde ocurre la avalancha, cuando se abren las puertas y las personas caen amontonadas, lo controla España”.
Desde su perspectiva, no obstante, también es “importante” reseñar que “había decenas de personas necesitadas de auxilio y no se les prestó atención” pese a que una de las ambulancias se encontraba a cien metros del lugar y “no intervino por razones de seguridad”.
“Aquel día fue caótico y los guardias españoles no daban abasto ni tenían capacidad real para organizarse, y al otro lado había un contingente muchísimo mayor (mucho más desorganizado también), pero el resultado final fueron 23 muertes”, ha comentado la periodista, para quien episodios como aquel tienen “hacernos repensar cómo planteamos el control de las fronteras en determinadas operaciones como esta”.
El ultimátum en el monte Gurugú
Por último, respecto al campamento que había montado en el monte Gurugú antes del salto, Martín ha apuntado que, aunque “el salto iba a ocurrir igual”, lo que sí sucedió –de acuerdo con los testimonios que el diario recabó- fue que las fuerzas de seguridad marroquíes estuvieron acosando a estas personas “constante y estratégicamente” para dispersarlas, e incluso los dejaron sin comida y utensilios que les permitieran cocinar, al tiempo que prohibieron a los comerciantes de la zona darles de comer.
Un día antes del salto, el 23, se produjo, en palabras de la periodista, “un enfrentamiento brutal” y los agentes marroquíes dieron a los sudaneses un plazo de 24 horas para marcharse o no se harían “responsables” de lo que pudiera suceder.
“¿Adónde pensaban que iban a ir los marroquíes? ¿De vuelta a casa? Efectivamente se fueron al puesto fronterizo”, ha comentado Martín.
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