El padre y el hijo, detenidos en Melilla por una tentativa de homicidio, usaron un cortacañas y un rastrillo de cuatro puntas para masacrar partes vitales de su víctima.
La Guardia Civil de Melilla los acusa de intento de asesinato, tráfico de drogas y de arrastrar varios metros en su huida a un agente del Instituto Armado.
Como publicó El Faro, Mustafá y su hijo Zacarías ingresaron este jueves en la prisión de Melilla, investigados al menos por un delito de homicidio en grado de tentativa.
Los hechos ocurrieron el 9 de diciembre en las inmediaciones de la valla, cerca de la rotonda de Barrio Chino. Tras la agresión, la víctima tuvo que ser intervenida de urgencia para poder salvar su vida.
Ese día, en torno a las 15:00 horas, la Central Operativa de Servicios de la Comandancia de Melilla recibió una llamada de un ciudadano, alertando de un apuñalamiento con arma blanca, cometido por dos individuos en la rotonda de Barrio Chino.
Tras activar sus patrullas, la Guardia Civil comprobó que, en efecto, un joven de 27 años, residente en Melilla, había sido agredido por dos personas que circulaban en una furgoneta.
La magnitud de las lesiones llevó a los agentes a temer por la vida del herido y a trasladarlo al Hospital Comarcal, donde fue intervenido de urgencia "dadas las graves lesiones producidas con saña y virulencia con armas blancas de grandes dimensiones", explica la Guardia Civil en una nota de prensa.
La investigación policial, que comenzó por recabar testimonios de quienes presenciaron lo ocurrido y por analizar el lugar donde ocurrieron los hechos, llevó a la Guardia Civil a relacionar la tentativa de asesinato con el narcotráfico. Más concretamente con el 'volteo' de paquetes de droga lanzados desde Marruecos a Melilla a través de la valla y que la Benemérita analiza en profundidad, al considerarlo crimen organizado, más allá de las detenciones y aprehensiones que conllevan.
Desde el Instituto Armado aseguran que el 10 de diciembre, o sea, 24 horas después del apuñalamiento brutal en Barrio Chino, la Unidad Orgánica de Policía Judicial de la Comandancia de Melilla, junto a otras unidades, ya había identificado a los agresores. También sabía el lugar donde permanecían escondidos.
Por eso el 10 de diciembre la Guardia Civil montó un amplio operativo policial en un barrio del extrarradio de la ciudad con la intención de llevar a cabo la detención de los supuestos agresores.
Uno de los agresores fue localizado por los agentes de la Guardia Civil en el momento en que conducía un vehículo. En cuanto le dieron el alto para identificarlo, aceleró y en su huida arrastró varios metros a un efectivo del Instituto Armado que intentó impedir que escapara y trató de atropellar a otro que se interpuso para evitar la fuga.
A partir de ese momento, padre e hijo se mantuvieron ocultos en Melilla para evitar ser detenidos. La Guardia Civil sabía que estaban ocultos en algún lugar de la ciudad.
La Policía Judicial se centró entonces en descubrir el escondite, una tarea que según explica la Guardia Civil, ha sido laboriosa porque al saber que estaban siendo buscados, padre e hijo adoptaron muchas medidas de seguridad; apenas salían y si lo hacían, nunca se les veía juntos.
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