Uno siempre piensa que las enfermedades son cosas de mayores. La diabetes es típica de abuelos y de adultos que no controlan sus dietas ni hacen ejercicio físico. Por eso resulta tan extraño encontrarse con casos de jóvenes a los que diagnostican diabetes con tan sólo 22 años. Y eso fue lo que le pasó a Uriel Botello. Este joven melillense llevaba un tiempo encontrándose mal cada vez que salía de un partido de pádel, deporte al que se dedica de forma profesional. Fue hace un año y medio cuando le realizaron unos análisis y se dieron cuenta de que sus páncreas no funcionaba correctamente. Le diagnosticaron diabetes tipo 1, pero esto no le ha frenado en su empeño de ser uno de los mejores jugadores de pádel del país. Lo más difícil para Uriel fue dejar durante un mes y medio las pistas de pádel. Estuvo unos 50 días sin poder hacer deporte hasta que consiguió regular los niveles de azúcar en sangre. Los médicos no le dejaban entrenar sin antes controlar su diabetes, así que estuvo todo este tiempo aprendiendo cómo hacerlo. Llegó a desesperarse durante aquellos días. No comprendía cómo de repente una enfermedad había paralizado sus expectativas en el deporte, pero entendió que la única opción que tenía era adaptarse a esta enfermedad y llevar un control estricto para poder dedicarse a su gran pasión, el pádel. Los mareos, una mayor cantidad de orina y el cansancio que sentía tras los entrenamientos dieron la voz de alerta. Durante un tiempo le costó trabajo adaptarse a los controles de azúcar, pero ahora forman parte de su día como sus entrenamientos o los torneos de pádel. Un paciente ejemplar Uriel aseguró a El Faro que ha tenido suerte, ya que los diabéticos que practican deportes de contacto tienen más dificultades para que los médicos les permitan practicarlos, pues la insulina se inyecta en la zona del abdomen y no es muy recomendable que se lleven golpes en esta parte del cuerpo. Pero con el pádel no hay contraindicaciones. Tan sólo tiene que hacerse un control antes de cada partido para saber si tiene que tomarse alguna fruta o sus niveles de azúcar están bien. Este joven insistió en que hace una vida absolutamente normal, es decir, practica deporte, estudia Ciencias del Deporte en la Universidad y sale con sus amigos cada fin de semana. Además, aseguró que como tiene muy controlada la diabetes, se puede permitir algún que otro capricho, como por ejemplo, un dulce. Por ser un paciente ejemplar e incorporar el control de la diabetes a su vida sin más inconvenientes, Uriel recibirá este sábado la insignia de la Asociación de Diabéticos de Melilla (Adimel). Aunque no pueda ir a recogerla porque tiene esta semana un torneo de pádel, Uriel aseguró que es para él un honor recibir esta distinción.
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