EL delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, recibió ayer a dos agentes de la Policía Nacional. Ambos estaban patrullando este jueves por la Avenida General Astilleros, cuando se encontraron con una mujer embarazada que se puso a dar a luz. Entre los dos, auxiliaron a la parturienta y consiguieron que su bebé viniera al mundo sano y salvo. Mari Carmen Castro y Salvador Guerrero no son los primeros policías nacionales que se ven en una situación similar. Otros antes que ellos se han encontrado en las mismas circunstancias y casi siempre han conseguido superarlas con éxito. Sin embargo, la mayor o menor frecuencia de esta clase de sucesos no quita un ápice de mérito a sus protagonistas. Su actuación siempre debe ser reconocida porque es el colofón feliz a una situación que podría haber acabado de manera trágica. Por lo tanto, merece la mejor crítica la rápida reacción de la Delegación del Gobierno a la hora de reconocer la labor de estos agentes. Con ese acto eleva la moral de unos policías que a diario se enfrentan a multitud de problemas y situaciones complicadas.
Por el contrario, merece la más dura crítica el olvido o discriminación de la Delegación del Gobierno hacia el agente que a finales de abril salvó la vida de un pequeño de tres años en el puesto fronterizo de Farhana. Allí cayó desplomado el niño y uno de los policías nacionales le practicó los primeros auxilios que le permitieron continuar con vida hasta la llegada de la ambulancia que había sido alertada por sus compañeros. La actuación de este agente hasta ahora ha merecido el agradecimiento sincero de la familia del pequeño, un gran ‘premio’ para una actuación que consiguió apartar de las garras de la muerte a un pequeño de sólo tres años. Pero no ha habido ningún homenaje público. Afortunadamente, la mayoría de policías y guardias civiles no busca el reconocimiento cuando protagonizan este tipo de afortunados actos, porque en el caso del agente de Farhana parece que no va a llegar. Se quedará sin homenaje, al menos de momento, hasta que la Delegación reconozca su error o se dé cuenta de su injusto olvido.