“La mayoría vienen a intentar pasar a la península”, afirmó la consejera de Bienestar Social y Sanidad, María Antonia Garbín respecto al perfil de los menores extranjeros no acompañados que llegan a Melilla.
En este sentido, en la mayoría de los casos se trata de jóvenes entre quince y 16 años, ya que se les realiza una prueba osométrica por parte de un forense, el parámetro que utilizan para saber su edad.
“Para obtener la residencia inicial son nueve meses pero a la vez nosotros tenemos que formarlos y como están en edad escolar obligatoria se le da cursos”, indicó Garbín.
Además, declaró que dos años son pocos para ofrecerles una formación completa pero cumplen con la ley y aquellos chicos que alcanzan 18 años y tienen un expediente con valoración de los técnicos pueden optar a ser contratados.
“Hemos firmado muchos contratos de trabajo para menores extranjeros no acompañados”, destacó y añadió que muchos de ellos están trabajando en locales de hostelería de la ciudad.