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‘El Muelle’ detecta el 98% de la droga con destino a la península

Los narcotraficantes buscan un modo de burlar la seguridad, pero Melilla cuenta con la Sección Fiscal del Puerto sólo equiparable a la de Barcelona en competencias, medios humanos y materiales para intentar no dejar pasar una. Su nombre oficial es la Sección Fiscal del Puerto de la Guardia Civil, aunque habitualmente se le conoce como ‘El Muelle’. En cada embarque y desembarque, los guardias civiles de ‘El Muelle’ siempre están ‘ojo a vizor’ para intentar no dejar pasar a ningún viajero, vehículo o contenedor de mercancías que porte drogas, explosivos u otras sustancias ilegales. Realizan un control fiscal y de seguridad de todo lo que parte con destino a la península. En competencias, equipo humano y material el resguardo fiscal portuario de la ciudad es equiparable al de Barcelona.
El teniente jefe de esta sección afirma que el puerto de Melilla es “más que un muelle”. Además, presume, y no le falta razón, de que al cabo del año detectan el 98% de la droga que intenta cruzar haciaa la península. El medidor en el que se fija es el control que sus compañeros hacen en el destino de los barcos, es decir, Málaga, Motril y Almería.
“En Málaga detectan cinco coches al año. Esa misma cifra la hacemos en Melilla en una semana. Al año pueden ser 250 coches intervenidos, quiere decir que no estamos haciendo las cosas tan mal, aunque todo es mejorable”, afirma.
Pero sus movimientos y los de los guardias civiles que velan por la seguridad en cada embarque están siendo vigilados constantemente por los narcotraficantes. “Estudian nuestras técnicas y movimientos para saber dónde pueden burlar la seguridad”, explica el teniente jefe a El Faro. Per gracias a la pericia y picardía de los guardias civiles en el puerto, cualidades que sólo da la experiencia, saben que los narcotraficantes están cortadospor el mismo “patrón”.
En el control de vehículos, la Sección Fiscal cuenta con el Servicio Cinológico para detectar tanto explosivos como drogas. Revisan con perros cada turismo o camión de mercancías que pasa por las instalaciones del puerto. “Si hay algún viajero con coche que llega tarde a embarcar y no podemos dedicarle el tiempo suficiente, damos aviso en el lugar de destino con los datos para que se revise allí”, explica.
Los canes del Servicio Cinológico cumplen un papel muy importante, pero la experiencia y el ‘ojo entrenado’ del guardia civil a la hora de inspeccionar es clave. Muchos camiones embarcan semanalmente en el puerto de Melilla. Son conocidos por los guardias del puerto, tanto es así que cualquier mínimo cambio puede delatar un doble fondo en el que esconder sustancias ilegales o incluso ‘polizones’.

‘Disimula cara mula’

Si aparentemente no se observa ningún indicio en el vehículo que pueda descubrir un intento de llevar droga a la península, los guardias civiles de la Sección Fiscal del Puerto se centran en la actitud del viajero. Algunos son conocidos por ser reincidentes, pero otros, que no lo son, se delatan al tratar de disimular su ‘cargamento especial’.
En el embarque de pasajeros, a pesar de tener que revisar todo el equipaje en el escáner, la experiencia del guardia civil se pone a prueba. Cualquier detalle puede delatar al narcotraficante que intenta disimular su fechoría y pasar rápidamente el control. Pero cuantos más esfuerzos hagan por pasar desapercibidos, más se ponen en evidencia.  
Los escondites son de lo más variados tanto en el control de vehículos como en el de pasajeros. En el primero, los guardias civiles, que conversaron con este diario, afirman que cualquier hueco del coche, furgoneta o camión puede ser susceptible de ocultar una bellota de hachís o cualquier otra sustancia. Pero algunos pasajeros también conciben así su propio cuerpo como escondite.
Son muchos los lugares curiosos e incluso a veces sorprendentes en los que esconder la droga, pero no hay duda que el más peligroso es el propio cuerpo. Estas personas se denominan ‘mulas’ porque transportan la droga en su interior, ya sea en el estómago o en el recto. Los guardias civiles en el control de pasajeros pueden sospechar rápidamente de un pasajero de estas características si presenta un nerviosismo o una sudoración excesiva.
Tras unas preguntas, este tipo de personas no dudan en confesar que la droga está en el interior de su cuerpo. En las instalaciones portuarias, la Guardia Civil cuenta con una cabina de Rayos X y justamente al lado disponen de un aseo ‘especial’ para que el viajero desaloje la mercancía.

Lugares insólitos

En el control de equipajes, el escáner ayuda, pero la preparación y estudio de los guardias civiles es también fundamental. Conocen casi a la perfección las tonalidades que la droga tiene cuando lo que detecta el escáner se muestra en el monitor. Si hay dudas, se le solicita al pasajero que abra su equipaje para una inspección visual directa.
Periódicamente, la Comandancia de la Guardia Civil de Melilla da cuenta de las incautaciones que realizan y llama la atención, en muchas ocasiones, los lugares más insólitos en los que se encuentra la droga.
El chasis hueco de una bicicleta o un carrito de bebé, en paquetes de galletas, en latas de refrescos, en el interior de naranjas o calabacines, un bocadillo de atún, un pollo asado o en la suela de los zapatos son algunos de estos escondites, donde los agentes de la Benemérita han encontrado bellotas de hachís en los últimos meses.
Es sorprendente el trabajo que los narcotraficantes dedican a ocultar la mercancía, pero gracias a la pericia de los agentes de la Sección Fiscal del Puerto o de ‘El Muelle’ hace que podamos, cuanto menos esbozar una sonrisa, al finalizar este reportaje.

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