El alto representante de la Unión Europea (UE) para la Política Exterior y la Seguridad, Josep Borrell, explicó, el pasado miércoles, en el programa La Hora de La 1, en relación con la política energética ante la dependencia del gas ruso, que la construcción del gasoducto MidCat, a través de Francia, “tendría que haberse hecho hace mucho tiempo” y consideró que la idea es “buena, aunque llega tarde”.
Tras afirmar que sabe lo “difícil” que es hacer conexiones transpirenaicas porque ha sido ministro de Obras Públicas, Borrell se mostró partidario de su construcción porque “más vale tarde que nunca”. El proyecto del gasoducto, dijo, “se abandonó”, pero en este momento “se ve que fue un error no hacerlo”.
Al respecto, el profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Católica San Antonio de Murcia (UCAM) Pablo Blesa aseguró que, en términos generales, ve “una gran oportunidad para España por su posición estratégica”, dado que el 50 por ciento de toda la energía consumida por la Unión Europea (UE) procedía de Rusia, “un país que hoy en día es percibido como autoritario y rival, por no decir directamente enemigo”.
Ante esta situación de enorme inestabilidad en el este, el profesor señaló que “España se posiciona como un país geográficamente apto, debido a su enorme costa y a su lejanía del conflicto, y tecnológicamente capaz de surtir a la Europa central de energía”, ya que durante los últimos tiempos “ha hecho unas inversiones únicas y extraordinarias para contar con plantas regasificadoras”.
Según Blesa, aunque actualmente la relación con Argelia sigue siendo “inestable”, está llegando mucho gas en barcos desde los Estados Unidos para ser regasificado “gracias a la enorme capacidad de España”. Si a eso se le suma la visita que hace meses realizaron al país los representantes de Qatar, que tiene una de las mayores reservas de gas del mundo, implica, tal como él lo ve, que España se ha convertido en una puerta de entrada de este producto tan preciado hoy en día y al que hay que buscar salida fuera de la península.
En ese sentido, la idea del Midcat, para conectar el entramado gasístico español, procedente de Argelia, con el resto de Europa a través de Francia, sería una solución óptima, según coinciden los expertos. Aun así, faltan más de 200 kilómetros para terminar un conducto que ha de atravesar los Pirineos para llegar al sur de Francia, donde existe una buena base gasística también, incluso dividiéndolo para que llegara al país vecino del norte por dos vías, que serían Cataluña y el País Vasco.
Francia está pidiendo fondos europeos para terminar su construcción y, por ello, se ha opuesto hasta ahora a la idea, pero Alemania, a través de su canciller, Olaf Scholz, ya ha pedido a España que active un proyecto que la UE debe pagar, siquiera parcialmente, para que, según Blesa, “España empiece a ser ese exportador de gas que llega a sus costas desde los Estados Unidos y Qatar”.
Además, actualmente las relaciones con Argelia están un tanto deterioradas debido al apoyo del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, al plan de Marruecos para la autonomía del Sáhara Occidental, pero, una vez que se normalice la situación con Argelia, que es el principal exportador a España, “es muy probable que llegue mucho más gas argelino para ser reexportado al resto de Europa”, aun cuando parte del producto vaya a parar a Italia, aseguró Blesa.
Cabe recordar que, hasta el comienzo del conflicto entre Ucrania y Rusia, este país era el mayor exportador de energía a Europa, con un 50 por ciento aproximadamente, con, en opinión de Blesa, “una dependencia malsana e incomprensible por parte, sobre todo, de Alemania”, que por ello es uno de los mayores interesados en la construcción del Midcat, que aumentaría exponencialmente la importancia de la zona geoestratégica donde se encuentra Melilla. Al experto le resulta “sorprendente analizar cómo los alemanes han podido caer en una dependencia tan obtusa, malsana e incomprensible en relación a un país que ahora es visto como un enemigo por parte de la UE”. En este sentido, las cifras son elocuentes, y es que, mientras que la mitad del gas de Alemania procede de Rusia, para este país apenas supone el dos por ciento de sus ingresos, por lo que es algo de lo que, sin duda, “puede prescindir en esta situación de tensiones”, concluyó Blesa. Al respecto, baste añadir que, como apuntó Borrell en la entrevista en TVE, de Rusia está llegando solo el 20 por ciento de la capacidad normal de transporte, o, lo que es lo mismo, Rusia ha disminuido en un 80 por ciento el gas que vende a Europa. Si se toma este dato como referencia, y vista la ubicación de Melilla como un cruce de caminos, en uno de los vértices del triángulo que formarían Marruecos, Argelia y la Península Ibérica, se puede percibir con claridad la importancia que podría cobrar la ciudad autónoma en este modelo si se maximizaran sus capacidades.
Melilla, según el profesor murciano Pablo Blesa, tendrá, cuando se restablezcan las relaciones con Argelia, “un mayor caudal, tráfico y negocio que debe de generarse en ese polo que constituye el sur del continente europeo con dos países fundamentales, tanto para Europa como para España”, como son Marruecos, “por su relación comercial especial”, y Argelia, “por su capacidad energética”.
Así, cuando ese momento llegue, lo que se creará, prevé Blesa, si finalmente Francia no veta la creación de esa línea de comunicación energética desde España hacia el resto del continente –fundamentalmente el norte, que es la región europea que más energía consume por ser la más industrializada-, es “una región energética virtuosa, un ecosistema energético virtuoso en el que España sería el enchufe principal”.
De esta forma, Blesa prevé que, aparte de la llegada a sus costas de grandes cargueros gasísticos desde Qatar, en el Oriente Medio, y de los Estados Unidos –un gran productor de gas licuado-, más caros, “la otra vena de ese entorno energético virtuoso debe ser naturalmente Argelia, un socio comercial de muchos años y bastante fiable aun en las turbulencias actuales, pues ha dejado claro que los compromisos firmados con España en cuanto a la venta y provisión de energía no están en entredicho”.
Es aquí, en este “entorno económico energético virtuoso”, donde Melilla y Ceuta pueden “beneficiarse enormemente”, según este profesor, dado el “gran desarrollo económico” que se generaría en la zona.
No obstante, Borrell advirtió de que la infraestructura del gasoducto “tiene que tener un futuro largo de utilización” y su construcción debería empezar “cuanto antes”, ya que se tarda un cierto tiempo y una vez se supere la oposición de Francia, para que sirva “no sólo para transportar gas”, sino también para llevar hidrógeno al resto del continente, por ejemplo.
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