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El Melilla recibe un excesivo castigo.

l La escuadra azulina tropezó de manera inesperada ante un equipo que llevó el juego a su terreno    l Los de Juan Moya no merecieron perder, pero a raíz de encajar el gol desapareció el concepto de equipo y primó el desorden. La historia empieza a repetirse. Al igual que ocurría la temporada pasada, la UD Melilla vuelve a fallar cuando mejor pintaban las cosas para haber acabado la jornada ocupando uno de los puestos de play-off. Es cierto que los valedores del proyecto ya se han encargado de dejar claro que ese no es el objetivo inicial, pero no es menos cierto que por potencial y presupuesto el equipo está obligado a pelear por estar entre los mejores en un Grupo en el que la mediocridad cada día es más patente. El Melilla afrontaba el partido conociendo la derrota del Granada B en su visita a El Palmar de Sanlúcar de Barrameda, por lo que una victoria hubiera significado estar entre los mejores. No ha podido ser y habrá que esperar a otra jornada para intentarlo.
La derrota, tan inesperada como inmerecida, lo que no significa que el triunfo hubiera sido lo más justo, deja al equipo melillense estancado en la zona tranquila de la tabla y bloqueado en sus conceptos tanto futbolísticos como de cara a la portería adversaria al enlazar dos jornadas sin conseguir un gol. El Melilla, salvo en un par de ocasiones, no pudo superar en ningún momento el entramado defensivo que estableció el Cacereño y cayó de lleno en la propuesta del equipo extremeño de apostar por un juego directo con el que se multiplicaban las segundas jugadas de las que casi siempre salían airosos los visitantes.
La UD Melilla no supo leer un partido que necesitaba de un juego de más elaboración y de menos precipitaciones. Ya lo advirtió en la previa Juan Moya cuando manifestó que se iban a enfrentar a un equipo que defendía muy bien y para el que iban a tener que tirar de paciencia para madurar el partido. El técnico azulino lo calcó, pero su equipo no supo llevar a cabo las consignas indicadas, cayendo una y otra vez en la precipitación y como consecuencia de ésta en las contínuas imprecisiones que echaron por tierra las ilusiones puestas en este encuentro.
La primera mitad del choque no tuvo mucha historia. Los azulinos intentaban llevar la iniciativa desde el pitido inicial pero los verdiblancos, bien posicionados sobre el terreno de juego, abortaban cualquier atisbo de peligro en las inmediaciones de su área. El juego transcurría en la parcela ancha donde la pelea era a 'cara de perro' en el cuerpo a cuerpo. Los de Ángel Marcos, sabedores de sus limitaciones y de las bajas con las que afrontaban el duelo, buscaban la potencia y velocidad de Martins con balones a la espalda de la zaga unionista, mientras que los locales se defendían también con orden y trataban de sorprender a una retaguardia bien posicionada y expeditiva que dejaba pocos espacios.
Aún así, y tras 40 minutos de futvoley, la escuadra melillense se decidió a mandar balones a las bandas, principalmente por la izquierda, y por ahí llegó el peligro que pudo desnivelar la contienda. Sufian, en el 42, robó la pelota a Palero y se marchó en velocidad hasta el área visitante donde se deshizo de un defensor y, casi sin ángulo, optó por golpear con el empeine interior pero el esférico, superado ya Vargas, se estrelló en el travesaño. El primer disparo a puerta del equipo azulino pudo haber acabado en gol. A renglón seguido llegaron otras dos jugadas de cierto peligro que acabaron con disparo de David Vázquez y un centro chut de Amarito que atajó el portero sin dificultad.
Tras el paso por los vestuarios, la UD Melilla salió con más decisión en busca del triunfo y utilizó con más frecuencia las bandas. Así, en el 51', Pepe, el mejor hombre del partido junto a Mahanan, recibió un balón en largo del capitán, se zafó del defensor y centro raso sobre Miranda cuyo disparo acabó en córner tras golpear en un defensa. Diez minutos más tarde Aarón pudo la réplica al disparar desde dentro del área al lateral de la red. El Melilla dispuso a lo largo del choque de varias faltas laterales, pero al contrario que en ocasiones anteriores en esta la estrategia tampoco funcionó.
Sufian, pasada la hora de juego, pudo deshacer la igualada pero su disparo desde la frontal se marchó junto a la cepa del palo izquierdo de la meta defendida por Vargas. Dos minutos después Pepe, convertido en extremo, se adentró en el área y dibujó un centro medido para Fran Miranda que cabeceó y la defensa despejó con apuros impidiendo también el remate de Guille Roldán. Un minuto después fue el delantero cordobés el que pudo adelantar a su equipo pero su disparo forzado lo despejó en primera instancia Vargas y después la defensa.
Así, cuando parecía que el gol estaba más cerca del bando local que del visitante, llegó la jugada que decantó el partido para el Cacereño. Una pérdida de balón de Nando cuando el equipo salía al ataque, la aprovechó Checa que habilitó a Jose Ramón en la banda derecha quien se marchó del propio Nando y centró al segundo palo donde apareció Alcalá para golpear una pelota que no iba a puerta pero que se quedó suelta en el área tras el intento de remate de Martins. La pelota llegó a Iván Pérez que disparó sin mucha potencia pero con la fortuna de que el cuero golpeó en Bolaños y se introdujo en el portal defendido por Munir. El gol dejó noqueado al equipo azulino que a partir de ahí se descompuso y buscó la igualada más con el corazón que con la cabeza sin conseguirlo.

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