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El Melilla despertó tarde en Murcia

Los melillenses se sobrepusieron a la perfección del gol local en los primeros diez minutos, para conseguir su tanto mediada la segunda parte de este enfrentamiento.

Rascar un punto en sesenta minutos puede tener interpretaciones diversas. Desde acumular algo en el saco y volverse tras no pasar una mala mañana, a lamentar, como opción más cruel, no haberse presentado al choque cuando se debía, esto es, desde el pitido inicial. Y los norteafricanos estuvieron más cerca de esta posibilidad que de cualquier otra.
Porque amanecer, a estas alturas tempranas de la temporada, en los partidos con las legañas en los ojos tiene sus consecuencias. La primera, para los de Moya, fue el gol del UCAM. Apenas ocho vueltas de reloj y el primer sopapo en el rostro. Un córner lanzado desde la diestra de la zaga melillense por Kike Mateo habilitó a Ángel Robles, protagonista ayer en los dos goles, para marcar de cabeza por la escuadra, al primer palo, sin ningún defensor pegado a su espalda. Partido nuevo de ochenta minutos para los visitantes, aunque sin fecha de partida. Con el gol, a la primera de la marcha matinal, el equipo local se acostó al ritmo de un centro del campo con pocas lagunas y sin presión rival. A ello ayudó un centro del campo del Melilla que apenas encontró su sitio, que fue merendado con poco apetito de los de casa, que se vio tan inferior en la génesis del choque como para no hallarse en un mapa sin datos.
Menos mal que, en la justicia de los errores, los del UCAM cometieron el suyo para colocar unas tablas en el marcador que tampoco sentenciaban lo mostrado, hasta esos minutos, por los visitantes. Ángel Robles, goleador inicial, insertaba su fallo en una cesión de alevines. Sin mirar atrás, pretendió ceder el balón al meta sin mirar atrás dejando en bandeja a Chota la pelota, y éste, ante la presión de Ricardo y Quesada, permitió al asturiano Jairo Álvarez a marcar sin oposición de disparo raso ajustado al palo. Antes del tanto un par de remates de Andrés Sánchez, de pelota parada, asomó a los del Melilla al partido.
Con igualdad en el guión y sin expectativas de peligro, el cuadro visitante se amparó en el pundonor de Chota para sostenerse hasta el descanso. Fueron los mejores minutos de los de Moya sobre el césped. Infinitamente mejores, dejaron salir vivos a los de casa de forma incomprensible. Quesada sacó una contra en la que se iba Chota antes de un remate de Luis Domenech al larguero en un centro chut que asustó a los de casa. Implorando el descanso llegó al asueto el equipo de casa, mordido en la presión y perdido en el campo.
El Melilla volvió de la misma forma al césped en la reanudación. Dominando y sin miedo, arrinconando a un UCAM que trató de hacerse fuerte cimentando su juego desde la zaga. Eso sí, peligro, a la hora de llegar, se asomaba más en la portería de Ricardo. Así Dani Fragoso, a los ocho minutos de  esta mitad, lanzó por encima del larguero un remate aislado en el guión anticipando la única ocasión de gol de los locales en todo este nuevo acto. Fue Barrancos, de cabeza, en el que pudo marcar, pero su remate se fue alto.
Dormido, el duelo transitó con tan poca pasión como incertidumbre en el centro del campo. Poco que mostrar. Eran sensaciones frustrantes, con poca envergadura para evidenciar que el inicio de la campaña marcaba el signo de un partido que estaba más que dormido. Poco en el tapete se salvaba. Por el medio una contra lanzada por Sidi servía para que César Díaz, que regresaba a la que había sido su casa, remataba con tanta tibieza como facilidad para Ricardo. Faltaban diez minutos y ninguno quería exponer mucho más. Pero Velasco, casi sobre la hora, se saltó el guión. Remató de volea, yéndose el balón alto, finiquitando casi el partido pese a la prolongación.

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