Tras las contar los tres primeros partidos de liga por derrotas llega la primera victoria de la temporada para el Baloncesto León. Con un Palacio Municipal eufórico los leoneses derrotan al Club Melilla por un claro y justo 91-70. Bernabé y Durley, con 14 puntos, fueron los máximos anotadores de los locales y Devries, con 16, de los visitantes.
El Baloncesto León arrancó el partido muy concentrado, con un 5-0 de inicio gracias a la buena dirección de Juanjo Bernabé. El base extremeño se hizo el dueño de la cancha dominando por completo a Salva Arco. Con el 10-2 en el luminoso García de Vitoria se vio obligado a modificar el quinteto introduciendo un nuevo timonel y más agresividad en cancha. Pero de poco sirvió. Bernabé siguió mandando hasta irse a los 12 de valoración en el primer cuarto.
Al Melilla le llegaban todos los problemas por ahí, hasta el punto de perder por doce puntos de distancia en lo que fue la máxima diferencia del primer tiempo. Los castellanos jugaban con un cómodo colchón de diez puntos fraguado en la posición de base. Bernabé salía de la pista y entraba un Jorge Calvo que con dos triples consecutivos prolongaba la superioridad leonesa. Arco sufría y José Antonio Marco se veía una y otra vez desbordado por su inferioridad física. Así planteadas las cosas, el míster local De Grado sabía cómo ganar el partido: defensa al límite y aprovechar las ventajas que ofrecían los bases melillenses. Pero esto no sucedió.
Los locales dejaron de apretar en defensa y el quinteto de Melilla recortó en el marcador hasta caer por cuatro puntos al finalizar los diez primeros minutos de juego. Pero una vez más, León salió en tromba y volvió a poner tierra de por medio. Melilla parecía estar pagando todos los platos rotos que han dejado los equipos que han vencido a Baloncesto León durante esta temporada. Los azulones estaban viviendo un verdadero asedio desde la parcela exterior. Quezada, Bernabé, Calvo y González sumaban al pasar por vestuarios. Un lastre con el que se antoja imposible ganar en tierras leonesas. Melilla por su parte, sumaba en ataque con su buena circulación de balón y su trabajo sobre la pintura local. En especial sobre el americano JT Durley, bisoño y sin ninguna clase de conceptos defensivos. El que peor lo estaba pasando en ataque era el americano Devries, incapaz de fabricarse tiros fáciles y siempre con los exteriores leoneses marcándole. Con el paso de los minutos y gracias a los ajustes del engranaje defensivo, Melilla redujo una vez más la distancia, pero siempre haciendo la goma (32-26) y sufriendo en demasía. No era, desde luego, la mejor versión de los chicos de García de Vitoria.
Cuando mejor pintaban las cosas, Melilla no fue capaz de revolucionar el encuentro y volvió a caer preso de las garras de León. Los de Javier de Grado se apoyaron en Quezada y González para dejar el partido con once de ventaja. Algo fallaba cuando un equipo con problemas evidentes para anotar rondaba los cincuenta puntos al descanso.
El comienzo del segundo tiempo comenzó de igual forma, con León anotando fácil desde sus exteriores y aumentando la distancia hasta los trece puntos en el tanteador. Por si fuera poco, Durley también se asomaba a la línea de tres puntos para anotar sin que los interiores melillenses pudiesen salir a defender fuera. El equipo local seguía jugando muy cómodo y con viento de cara. Incluso con alguna ayuda arbitral que les permitía defender rebasando la legalidad.
El partido se había convertido en un claro dos contra dos en cancha. Por un lado Julio González y Juanjo Bernabé. En el otro Troy Devries parecía haber salido del vestuario con el fusil cargado y espoleó a los suyos con Héctor Manzano trabajando desde la pintura. Pero mención especial merece el base leonés. Bernabé que ayer dio todo un clinic en dirección de equipos. Y es que a falta de piernas el veteranísimo base conserva una cabeza privilegiada para defender y gestionar. Y los directores melillenses seguían si era mejor tratar de frenarle en zona o con individual.
Un nuevo estirón de los rojillos los situó aún más lejos en el marcador (73-60). Melilla ya estaba a merced de que fuesen los propios locales quienes decidiesen suicidarse a base de errores. Errores como las personales de Durley que se cargó de faltas demasiado pronto. El partido por momentos pasó a ser un vistoso correcalles donde cada uno trataba de hacer la guerra por su cuenta. De Grado buscaba bajar el ritmo y agotar las posesiones pero el ritmo lo ponía Melilla. Sin embargo, ni así era capaz de recortar Melilla. Cuando las cosas se ponen en contra da igual lo que se intente. Baloncesto León voló hacia los más de veinte puntos de ventaja apoyado en Quezada. El correcalles propició, entre otras cosas, que algunos jugadores hasta el momento intrascendentes pudiesen maquillar sus estadísticas, como el propio dominicano Quezada. Pero en especial Devries que acabó con cuando no fue, desde luego, uno de sus cien mejores partidos profesionales.
Para finalizar, León volvió a poner el broche con un parcial 12-2 ante un equipo que llevaba varios minutos con la toalla entregada y viendo jugar a los locales.
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