En estas fiestas navideñas que celebra la comunidad católica, es frecuente el hacer regalos. Y creo que no es una mala idea. A nadie le desagrada que le regalen cosas, sobre todo si éstas hacen ilusión.
La ciudadanía melillense no es católica al completo, pero si no buscamos aquello que nos divide sino lo que nos une, veremos que la necesidad de tener agua potable de calidad en nuestros grifos de casa es un regalo que se sea católico o no, a todos nos gustará. Y éste sería la mejor ofrenda navideña que la Ciudad Autónoma podría hacer a sus ciudadanos.
La cantidad de cortes nocturnos de agua; hay gente que por trabajo o por problemas psicológicos vive de noche, también hacen mella en el ánimo de la ciudadanía. Esta falta es evidente desde que yo llegué a Melilla hace veinte años.
Los grifos ubicados en la vía pública están bien para que cualquier transeúnte pueda beber sin pedir agua en una cafetería si tiene sed, o si tiene algún problema relacionado con la fontanería en el hogar. No obstante, la premisa de establecer el agua potable y de calidad en nuestra ciudad debe de ser algo prioritario.
La compra de agua embotellada en los comercios melillenses no es normal. El agua embotellada aquí se vende igual que el pan, o incluso más. Y desde mi perspectiva, creo que ya va siendo hora de que estas cosas cambien para siempre.
Debido a este hecho, los melillenses nunca tendremos los mismos derechos que los ciudadanos del resto de la Península. Y también debido a este hecho, no puede haber conciertos económicos ni fuertes inversiones en una ciudad donde el agua no es apta para el consumo humano, al menos en condiciones normales.
La economía, al igual que la calidad de vida van ligadas también al agua, ya que ésta es fuente de toda la vida en la tierra. Ningún gobierno puede hacer grandes proyectos en una ciudad donde el agua solo sirve para fregar los platos y “ducharse”. Y digo ducharse entre comillas porque es incontable el número de mujeres que me han dicho de primera mano que desde que vinieron a Melilla en dos años ha empezado a caérseles el pelo y a tenerlo en muy malas condiciones.
El mayor éxito, el básico y elemental que pueda tener cualquier gobierno que gestione esta ciudad es el instaurar agua potable de calidad en los hogares melillenses...Que no lo duden. Primero agua y después ya se nos ocurrirá algo entre todos que los dirigentes puedan gestionar para resolver los problemas de empleo, salud y educación que los hay aquí como en todos los lugares de nuestro país.
Con la subida del precio del agua embotellada las economías más humildes decrecen sin darnos cuenta y no lo hacen por capricho, lo hacen por una necesidad vital.
Dado que estamos en días de Navidad y de que el amor y la compasión deben reinar en cualquier parte, reitero que la disponibilidad de agua potable aceptable sería el mejor regalo de Navidad que el nuevo gobierno podría regalar a sus ciudadanos.
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