Editorial

El largo silencio de CpM

Poco o nada se sabe de Coalición por Melilla (CpM) como partido, que parece desaparecido en combate desde que, a mediados del año pasado, sufriera el partido dos grandes reveses, o tres, según se mire.

El primero llegó el día 23 de mayo, cuando la Policía Nacional registró su sede buscando pruebas sobre la supuesta compra de votos.

En cualquier caso, cinco días más tarde, en las elecciones autonómicas y locales, perdieron tres representantes –de ocho a cinco- y, con ello, su mayoría en la Asamblea.

Parece evidente que los ciudadanos castigaron su gestión como partido mayoritario durante los cuatro años de gobierno en la Ciudad que pasaron con el PSOE (cuatro diputados) y con Eduardo de Castro, de Ciudadanos (Cs), como presidente para romper el empate con el PP a 12 escaños en la Cámara Local.

Ante los problemas judiciales del líder del partido, Mustafa Aberchán, Dunia Almansouri asumió el mando de cara a las elecciones generales del 23 de junio, pero no sirvió de mucho. Una campaña raquítica, con un perfil muy bajo, que tampoco sirvió para remontar el vuelo, ya que los resultados fueron igualmente malos y en ningún momento estuvieron en disposición de arrebatar al PP el escaño por Melilla, que los populares consiguieron con bastante facilidad, igual que habían ganado las elecciones autonómicas y locales apenas un mes antes.

Las investigaciones continuaron hasta que en marzo de este año cinco consejeros y viceconsejeros de anterior Ejecutivo (Rachid Bussian, Dunia Almansouri, Hassan Mohatar, Mohamed Ahmed Al-Lal y Yonaida Sel-Lam), además del líder de la formación, Mustafa Aberchan, fueron finalmente detenidos en la operación denominada Santiago-Rusadir.

Poco a poco todos fueron saliendo de prisión, pero ello no ha servido para que CpM recupere su vigor. Apenas se sabe de ellos, pues casi no dan información de su actividad, y, cuando El Faro ha intentado indagar sobre ello, ha sido imposible conseguirlo.

No hay noticias del famoso congreso que iban a realizar después de las elecciones para renovar la dirección del partido y así va a ser difícil que remonten en vuelo, porque es bien necesario. Se acabaron los años en los que valía el llamamiento al voto musulmán, que poco a poco se ha ido alejando de ellos, y tampoco ha sabido el partido atraer a otros sectores de la población.

Y así estamos: con un partido que durante un tiempo fue importante en Melilla, pero que no da signos de vida. Si sigue por este camino, es muy posible que en los próximos comicios pierda gran parte de la representación que aún le queda. O toda incluso.

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