Soleándose en el Garet
El impresionante aspecto del lagarto de cola espinosa marroquí (Uromastyx nigriventris), como el de muchos otros reptiles, suele causar una impresión errónea de animal peligroso, a pesar de ser bastante inofensivo y tener una dieta básicamente herbívora.
Vive en las llanuras pedregosas del sur y el este de Marruecos, pudiendo observarse a unos 100 kilómetros de Melilla, en la meseta del Garet y otras llanuras áridas de nuestro entorno, donde gusta de solearse sobre las rocas.
En las zonas que reúnen las condiciones propicias, puede ser realmente abundante, llegando a ser la especie de vertebrado más habitual en muchos kilómetros a la redonda. Llama la atención que estas zonas donde abunda especialmente el Uromastyx se caractericen precisamente por su desolación y su aparente falta de vida.
Cuando se atraviesan esas llanuras desoladas del sur, con una cobertura vegetal ínfima compuesta por algunos arbustos espinosos distantes entre sí y bajo un sol de justicia, y se observa la gran cantidad de lagartos tomando el sol sobre las piedras, es difícil imaginar de dónde saca los recursos esta especie para mantener una población tan ingente. Es una prueba de la increíble adaptación del Uromastyx a las duras condiciones de estas llanuras áridas de Marruecos.
Dieta y buena vecindad
Su dieta se basa en semillas y flores, complementada con escarabajos y otros insectos. Al estar tan bien adaptado a las duras condiciones climáticas de estos inhóspitos llanos no suele haber muchas especies que compitan con él por los escasos alimentos, lo que le da algo de ventaja.
En muchas zonas suele verse otra especie de lagarto de menos tamaño acompañando al Uromastyx en las piedras donde se solea, el Trapelus mutabilis. Es de la misma familia que el Uromastyx, los dos son Agámidos, y aunque el Trapelus es de menor tamaño también luce unos colores llamativos, sobre todo en la época de celo. El hecho de que ambas especies tomen el sol tan próximas indica que no suponen una amenaza entre sí.
La cola como defensa natural
El refugio del Uromastyx adulto es una hura que excava en la tierra. No suelen alejarse mucho de la entrada de la hura mientras toman el sol, y en cuanto detectan el menor atisbo de amenaza corren a introducirse en ella. Si un depredador lo persigue hasta el interior de la hura, el Uromastyx se infla hasta taponar completamente el refugio, dejando su cola espinosa detrás para que actúe como defensa.
En estos lugares donde el lagarto de cola espinosa es el vertebrado más abundante, es también la especie más cazada por los depredadores que viven allí, convirtiéndose en el principal recurso alimenticio de los carnívoros de estas zonas, como ocurre con el conejo en muchos lugares de España. La cola del Uromastyx es una de las partes más suculentas de este animal, pues actúa como un reservorio de grasa para los meses más duros. Pasa el invierno en estado de letargo dentro de su refugio, del que saldrá en primavera coincidiendo con la época de mayor abundancia de comida para entrar en celo y tener descendencia.
Es en esta estación donde los llamativos colores que luce su espalda se encienden aún más, dándole una nota de color a las piedras donde se apostan. Las tonalidades del dorso de los “cola espinosa” van desde el amarillo al rojo, pasando por el verde y el naranja. Suele ocurrir que los individuos de una determinada zona sean del mismo color, debido a su proximidad genética. Así, los “cola espinosa” que viven en las colinas rocosas próximas a Rachidia suelen ser de un llamativo color granate.
Víctimas de la superstición
Se ha discutido mucho sobre la condición “maldita” que pesa sobre los reptiles en general, y que provoca el rechazo de gran parte de la población. Con unos mínimos conocimientos sobre ellos, este rechazo resulta inexplicable, pero es evidente que existe, y determinados programas sensacionalistas, que explotan ese miedo ancestral a los reptiles, no ayudan mucho a conocer este maravilloso grupo de vertebrados y su imprescindible papel en el control de plagas.
Quizás mucha culpa de la persecución implacable que han sufrido y siguen sufriendo estos animales se deba a las muchas supersticiones con escaso o nulo fundamento que pesan sobre ellos. Hasta hace no mucho tiempo se podían ver decenas de Uromastyx disecados en algunos comercios de Nador, a pesar de que esta especie está incluida en el convenio CITES, un acuerdo internacional que prohíbe el comercio con especies amenazadas. Esperemos que estas actitudes se conviertan cuanto antes en algo del pasado; un país que respeta a su fauna es un país respetado.