LA visita a Melilla de Mutuma Ruteere, relator especial de la ONU, el pasado 22 de enero ha dado como resultado un informe en el que se señalan una serie de circunstancias más o menos conocidas sobre la realidad de nuestra ciudad. La valoración que Ruteere hace de determinados hechos puede ser discutible. Sin embargo, lo que no deja lugar a dudas es que el relator especial de la ONU no va a ser quien traiga las soluciones a los problemas que sufre Melilla y sufrimos los melillenses.
La realidad de nuestra ciudad apenas tiene similitudes con la que se vive en ninguna otra región de España, si exceptuamos Ceuta, ni de Europa. Por ese motivo, muchas de las soluciones que se aplican en otras zonas, están llamadas al fracaso en Melilla.
En primer lugar, hay que tener en cuenta que la mayoría de los problemas que señala Ruteere no tienen su origen en nuestra ciudad. Llegan del otro lado de la frontera, del cercano Marruecos o de los más alejados países subsaharianos. Así, por ejemplo, el asunto de los MENA (Menores Extranjeros no Acompañados) tiene su germen en los desequilibrios sociales y económicos que se padecen en muchos hogares de poblaciones próximas a Melilla. Y la saturación del CETI (mayor cuando Ruteere visitó la ciudad que en la actualidad) no está motivada por la falta de previsión a la hora de diseñar esa infraestructura o por la ausencia de un presupuesto adecuado. El esfuerzo que realiza Melilla y el resto del país para atender estos problemas nunca será suficiente porque no será bastante para ponerle una solución definitiva. Por desgracia, sobrepasa nuestras posibilidades. La causa de muchos de los aspectos negativos que Ruteere señala en su informe sobre Melilla tiene su origen en la incapacidad para aportar soluciones de la que hacen gala muchas instituciones de ámbito internacional, encabezadas por la propia ONU.