Cuando aún estamos reponiéndonos de la resaca de las Generales y los sucesos que salpicaron de polémica y conflictos el final de la campaña y hasta el mismo día de las votaciones, nos vemos inmersos en un nuevo revuelo fruto de la torpeza de CpM que, inexplicablemente, no ha cumplido debidamente con los criterios de paridad exigidos por la Ley de Igualdad para la confección de su candidatura a las Municipales del presente mes de mayo.
Las listas electorales deben incluir como mínimo un 40% de candidatos de uno de los dos sexos, y esto CpM lo cumplía debidamente en su lista inicial, que integraba a 13 candidatas de sexo femenino y l2 restantes de sexo masculino.
Pero, además, la ley de paridad exige que ese porcentaje se refleje igualmente en tramos de cada cinco candidatos, extremo este, sin embargo, que CpM no observó debidamente y tampoco fue capaz de corregir durante el plazo previsto por la ley vigente para la subsanación de las posibles irregularidades que puedan detectarse en las candidaturas.
De ahí, que la JEZ, en aplicación de la misma legalidad, acordara no proclamar su lista de candidatos y con ello haya frustrado inicialmente la aspiración cepemista de concurrir a las próximas elecciones.
Hasta aquí la sucesión de un hecho hasta ahora inédito en la historia democrática de Melilla y que, en todo caso, sólo tendría parangón, en cuanto a lo de aplazar la oferta electoral a las decisiones judiciales, con lo sucedido en las municipales de 2011, cuando el expresidente de Melilla Ignacio Velázquez intentó retornar a la Asamblea de la Ciudad como cabeza de lista por el PPL, a pesar de encontrarse inhabilitado para el ejercicio de cargo público.
CpM, como ya hiciera Velázquez, no tiene ahora más opción que acudir al Juzgado de lo contencioso administrativo y, en segunda instancia, al Tribunal Constitucional.
Ya intentó, a filo de la media noche del pasado lunes, tras percatarse de las consecuencias de su error, presentar una nueva lista corregida, aunque ya fuera de plazo, motivo por el que la JEZ consideró que no había lugar a nuevas correcciones y que, conforme a la ley, no había otra opción para los cepemistas que presentar recurso ante el Juzgado correspondiente.
Todo esto, que nos sumerge en un procedimiento judicial y que, ante todo, refleja un incomprensible error garrafal por parte de Coalición por Melilla, no deja de ser un hecho lamentable y malo para la pluralidad y la participación política en nuestra ciudad. Pero aún así es también parte de lo previsible en un sistema democrático sujeto a un Estado de Derecho como el nuestro, donde el imperio de la ley marca las reglas del juego.
Lo que no resulta admisible es la reacción colérica y tardía de CpM, que por boca de su presidente Mustafa Aberchán no sólo ha llegado a calificar la decisión de la JEZ de “impresentable” e incluso de “crimen” contra la democracia, sino que abiertamente ha puesto en tela de juicio la independencia e imparcialidad de los tres jueces que la conforman, achacando al PP que su candidatura no haya prosperado.
Aberchán, que ayer convocó a su militancia y simpatizantes para que acudieran a su sede a las 20:00 horas, lejos de hacer un mínimo de autocrítica sobre el tremendo error que ha puesto en peligro la nueva concurrencia electoral de su partido, ha cargado contra diestro y siniestro, pero especialmente contra el Partido Popular, al que responsabiliza de lo sucedido por mor de la ascendencia que, según dice, tiene sobre la JEZ la abogada cercana al PP y vocal no judicial, María José Aguilar Silveti, y el decano del Colegio de Abogados y hermano del Presidente de la Ciudad, Blas Jesús Imbroda.
El líder de CpM pone en tela de juicio una vez más la validez de nuestro sistema y lejos de confiar en la Justicia y en el recurso correspondiente ante el contencioso, convierte el asunto en una interesada declaración de victimismo y en una nueva arma arrojadiza contra sus principales adversarios políticos.
Estamos por tanto ante un nuevo episodio de conflicto y enfrentamientos que en nada favorece la normalidad con que deben sucederse unas elecciones y que, de entrada, no sólo evidencia la falta de autocrítica y la insolvencia de la que ha hecho gala CpM, sino el cariz conflictivo de un político que ya se ha visto involucrado en asuntos muy sucios como la compra de votos durante las generales de 2008.
Pero, además, Aberchán se hace un flaco favor con su temerario atrevimiento y sus graves acusaciones, en detrimento de otros argumentos más constructivos y favorables a CpM, como el valor superior de la participación política en Democracia y la voluntad expresa de los cepemistas de intentar corregir un error que, en puridad, es más formal que sustancial.
Un desastre y un indicativo más de su conflictivo estilo que, en ningún caso, puede confundir a los melillenses. Como escribía ayer este Medio en su Editorial, debe quedar claro que nadie ha excluido a los cepemistas de las próximas elecciones, sino que ellos solos se han quedado inicialmente fuera por un error tan garrafal como inexplicable. Más aún si se tienen en cuenta los muchos años de vigencia de los criterios de paridad en la confección de candidaturas y la larga experiencia acumulada por los cepemistas en distintos procesos electorales. Vamos, que hasta cuesta creer que hayan podido equivocarse tan estúpidamente.
Así que mejor sería que optase por una línea más constructiva en beneficio de todos y especialmente de su propio partido, porque por mucho que se declare contrario a cualquier protesta no pacifica que pueda producirse, el Sr. Aberchán debería sopesar el alcance de sus palabras y sus graves acusaciones.
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