Según ha podido saber ‘El Faro de Melilla’ de fuentes próximas a la investigación, aunque aún no se ha hecho público el informe de la Policía Científica. El siniestro en la nave Talleres Montilla, sita en el Polígono Sepes, y que el pasado miércoles se cobró la vida de su propietario, Antonio Montilla, se inició al parecer en la chimenea del horno de pintura, según ha podido saber este Diario de fuentes próximas a la investigación.
Las mismas fuentes señalaron que un sobrecalentamiento en la chimenea del horno fue lo que provocó el fuego que, sobre todo, afectó a la parte superior de la nave, donde el propietario quedó atrapado tras acudir con un extintor a apagar lo que en principio sólo parecía un conato de incendio.
El mucho material inflamable que se acumulaba en el interior del establecimiento, por demás propio y habitual de un taller de chapa, pintura y soldadura de vehículos a motor, originó un denso y tóxico humo y un fuego espeso que llegó a alcanzar los ochocientos grados en la parte superior de la nave. De hecho, las vigas del techo quedaron reviradas o retorcidas parcialmente y el estado en que quedaron algunos de los vehículos, que en el momento de desatarse el incendio se encontraban en el interior de la nave, prestos a ser reparados, demuestra igualmente que el fuego no se propagó por el total del taller, a diferencia del denso y tóxico humo que prácticamente alcanzó todos los rincones del establecimiento.
Por ejemplo, uno de los coches estaba siniestrado por completo en un lateral y casi intacto por el contrario. Otro vehículo salió indemne del suceso, sin más daños que manchas de humo en su exterior.
El siniestro, con resultado mortal para su dueño, no fue tampoco uno de los más virulentos de los últimos años en Melilla. Los Bomberos sólo necesitaron una hora para apagarlo, aunque al día siguiente volvieron a mojar parte de los rescoldos para evitar nuevos brotes en algunos detalles de las instalaciones que aún presentaban temperaturas muy altas.
No obstante, su menor virulencia no lo hizo menos aparatoso por el mucho humo que generó, ni tampoco menos grave, al causar la muerte del dueño del establecimiento, Antonio Montilla, que sufrió una asfixia por causa del espeso humo y que acabó atrapado por las llamas.
Las naves del Polígono Sepes, donde se concentra entre otros sectores la llamada ciudad del automóvil o talleres dedicados a la reparación de vehículos, cumplen con la normativa establecida, según ha certificado en estos días la Consejería de Medio Ambiente en un informe solicitado por la Presidencia de la Ciudad.
Además, la Consejería de Seguridad Ciudadana, en evitación de posibles riesgos, dada la mayor acumulación de material inflamable en la zona, tiene bocas de riegos en todas las calles del Polígono para facilitar la actuación de los bomberos.
El peritaje de los daños ya ha sido realizado por un técnico de Mapfre seguros.
El siniestro, más por el humo que por el fuego, alcanzó a dos naves aledañas.
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