Unas 300 personas mayores son beneficiarias en Melilla de los servicios de ayuda a domicilio y teleasistencia. Se trata de dos programas fundamentales para este colectivo por su propia vulnerabilidad y la necesidad imperiosa que tiene de recibir el apoyo de los poderes públicos. Estos usuarios ya aportaron todo su trabajo y esfuerzos a la sociedad, prácticamente todos con sus propios impuestos porque no olvidemos que las viudas, por ejemplo, aunque en muchos casos no hayan trabajado por cuenta ajena, ya entregaron al fisco su parte ganancial del sueldo, sin contar con que, a pesar de eso, cobran el 52% de la base reguladora de la pensión. Una discriminación ante la que las feministas miran hacia otro lado, pero ese es un tema que daría por sí solo para un editorial completo.
El caso es que el Imserso apenas si aporta 770.000 euros para financiar el servicio frente a los 9,3 millones de euros que tiene que poner la Ciudad Autónoma porque, de lo contrario, decenas de esas personas de edad se quedarían fuera del sistema, a pesar de la necesidad que tienen. Sin contar, además, con los 70 trabajadores que hoy en día están empleados para ese cometido. Y lo peor de todo esto es que el citado organismo público estatal ha dicho que no va a subir ni un euro su aportación, que allá se la apañen en Melilla con lo que recibe, aunque sea una mínima parte del coste real del servicio público en cuestión.
Dadas las circunstancias habría que plantearse una pregunta fundamental: si con 10 millones de euros en cuatro años se atiende a 300 usuarios, ¿a cuántos se daría cobertura con los 770.000 euros del Imserso? ¿A 50, a 75? ¿Ese es el escudo social del PSOE y su Gobierno en Madrid? ¿Cómo si son 300 las personas que necesitan esa atención el Imserso solo daría respuesta a una mínima parte de ellas porque no pone el dinero preciso para cubrir la demanda?
Es ésta una cuestión muy preocupante y que viene en cierto modo a dar la razón a quienes apuestan por cumplir “competencias impropias” de la Ciudad Autónoma teniendo en cuenta que pueden verse afectados colectivos como el de los mayores que disponen de ayuda a domicilio y teleasistencia. Todo esto sin contar con los puestos de trabajo y la enorme labor que realizan las chicas que se dedican a estos menesteres. Son decenas los mayores cuyos únicos cuidados provienen de sus manos, del cariño que ponen en la tarea y cómo preservan su dignidad cuando se ocupan de ellos.
Otro punto preocupante con el Imserso es que todavía no haya firmado la delegación de competencia en la Ciudad Autónoma. Eso implica la imposibilidad técnica de poder sacar a licitación nuevamente el contrato, que se ha tenido que prorrogar hasta finales de marzo próximo porque el documento no llega y sin él no hay manera legal de sacar adelante la contratación del servicio. Que todos son ventajas con el Imserso, vamos. Increíble que a estas alturas se siga esperando algo tan básico y elemental como un papel que diga que se delega la competencia por el tiempo que considere conveniente (hasta ahora fueron diez años) y que, a partir de ahí, se pueda trabajar en este asunto.
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