El auge del sector de la construcción en la costa de Marruecos ha provocado el éxodo de muchos ejemplares a la zona de acantilados de la ciudad autónoma.
Melilla está estudiando métodos para controlar la ingente población de gaviotas que sobrevuelan la ciudad autónoma, según afirmó ayer a El Faro el viceconsejero de Medio Ambiente, Guillermo Merino, quien recalcó que está buscando el sistema “menos agresivo” para reducir la presencia de estas aves, que suele ser perjudicial para la estética y la conservación de edificios.
Así pues, el ‘número dos’ de Medio Ambiente reseñó que cada vez hay más ejemplares de estos animales en los cielos de Melilla por la sencilla razón de que el desarrollo urbanístico de la costa de Marruecos está destrozando sus principales zonas de anidamiento, como ha ocurrido en Saidia, donde hace un par de años se creó un resort turístico a pie de playa o en la Mar Chica, donde pretenden crear uno de los puertos deportivos más grandes del Mediterráneo.
Por ello, muchos ejemplares buscan refugio en los acantilados de la ciudad autónoma, donde apenas hay construcciones y que además son considerados como zona LIC por parte de la Unión Europea, como ocurre con los de Aguadú, en los que apenas se ha dejado notar la mano del hombre en los últimos años.
“Es una especie que cumple una función indispensable en el ciclo natural, pero que es perjudicial para los edificios e incluso en algunos casos peligrosa, sobre todo si se acerca algún ser humano a una zona donde haya huevos. Es un problema que se da en todo el litoral español, pero en Melilla, al ser más pequeña, su presencia se nota más”, explicó el viceconsejero.
Por el momento, una de las posibles soluciones en las que ha meditado el área de Medio Ambiente es en el parafinado de huevos. Con este sistema, se impide el desarrollo de una nueva generación de gaviotas, ya que siguen incubando pese a que el huevo no se desarrolla a causa de una inyección de parafina. No obstante, Merino subrayó que se trata de un método “muy costoso y complicado de llevar a cabo”.
Desde la Consejería, se están planteando la posibilidad de tratar el asunto con el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente. Además, Merino recalcó que para la puesta en práctica de alguna iniciativa sería muy positivo que Melilla recibiese algún tipo de ayuda económica, bien sea procedente del Estado o de la Unión Europea (UE).
Asimismo, señaló que también se está analizando cómo proteger los monumentos públicos de las palomas, y resaltó que una solución bastante práctica y sencilla sería rodear su perímetro con algún tipo de alambre espinado que impidiera que se posaran, como se ha hecho en Sevilla.
Así pues, la Ciudad Autónoma continúa buscando solución a este problema que tanto afecta a la conservación de edificios de interés cultural y patrimonial, principalmente a causa de las acumulaciones de heces de estos animales y a los anidamientos.
Algunos de los edificios más insignes de la ciudad autónoma ya han sufrido, de manera visible, la presencia de la gaviota de ‘pico amarillo’, sobre todo aquellos que se encuentran más próximos al mar, como ocurre con el Teatro Kursaal o la Iglesia del Sagrado Corazón.
Merino pide más medidas para conservar las de ‘pico rojo’.
La gaviota predominante en los cielos de la ciudad autónoma es la de ‘pico amarillo’, la clase más común dentro de su especie. No obstante, Merino también se pronunció sobre la de ‘pico rojo’, que está en peligro de extinción y que habita en la zona de las Islas Chafarinas.
En este sentido, recomendó un mayor mantenimiento en el cuidado de este tipo de gaviota, pues recalcó que la pesca de arrastre que se práctica en la zona de manera irregular por parte de embarcaciones marroquíes está causando la destrucción de su principal fuente de alimento.
Por ello, sugirió la instalación de arrecifes artificiales en el lugar, los cuales, situados de manera estratégica, impedirían la práctica de este tipo de pesca.
“Actualmente, miles de estas aves se alimentan en los vertederos de Cabo de Agua”, explicó el consejero, “no se puede decir que las Chafarinas son una zona protegida y dejar a las gaviotas a su suerte, hay que preocuparse de garantizar el correcto equilibrio natural de su hábitat”.
Además, consideró que la actual figura jurídica del archipiélago, que está considerado como Refugio de Caza Nacional, ha quedado “totalmente anticuada”, y recomendó que pase a ser Parque Nacional.
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