Los datos de desempleo en febrero son tan malos como las previsiones del ministro De Guindos para todo 2012 y parte de 2013. Las continuas llamadas al optimismo de sus antecesores socialistas en el Ministerio de Economía han dejado paso a unos infalibles pronósticos en sentido contrario con el cambio de Gobierno. Desgraciadamente, las predicciones del nuevo Ejecutivo se cumplen al pie de la letra en lo referente al desempleo, que puede alcanzar niveles históricos si también acierta con el pronóstico de seis millones de parados. La cifra asusta porque cuando aún no hemos sobrepasado los cinco millones, según los datos facilitados ayer por el Ministerio de Empleo, más de 23 ciudadanos de cada 100 no tienen trabajo, lo que sitúa a España como el país con la mayor tasa de desempleo de toda la Unión Europea.
La pregunta es hasta dónde va a ser capaz de aguantar así la sociedad española y durante cuánto tiempo. Aquellos brotes verdes que se cansó de anunciar el presidente Zapatero y que nadie vio, quizás empiecen a aparecer en la segunda mitad de 2013 o a principios de 2014. Hasta entonces no hay ninguna previsión positiva que merezca la pena ser tenida en cuenta, como tampoco hay ninguna voz autorizada que garantice que la recuperación empezará a partir de un año y medio o dos.
Precisamente es esa incertidumbre la que, como la conocida pescadilla que se muerde la cola, impide superar este círculo vicioso: Los proyectos empresariales y la generación de empleo no llegan porque no hay perspectivas de que el panorama mejore debido al constante aumento del paro, que junto a otros parámetros negativos, desanima y mantiene paralizados a los emprendedores. La conclusión es que el país está necesitado de un puñado de datos favorables para poner en marcha su economía y superar de una vez por todas este bache que no tiene sentido en un país con las capacidades de España.