Un grupo de seis ciudadanos de ese país acogidos en el CETI protesta frente a la Asamblea y la Delegación del Gobierno para que se acelere su salidal Dicen ser víctimas del conflicto.
En la Plaza de España, a un puñado de metros de las sedes de la Asamblea y la Delegación del Gobierno, se acumulan las pancartas. A la del colectivo que desde el 1 de febrero reclama día tras día sin éxito un puesto de trabajo se sumaron las dos que colocaron ayer, entre árboles, un grupo de inmigrantes sirios que reclaman que se agilicen los trámites que les permitan abandonar Melilla rumbo a la península. La espera, aseguran, “ya es muy larga”. Y los mensajes colocados a la vista de todos recuerdan que la tragedia que sacude su país, de la que aseguran que huyeron en su día, les impide regresar: “Recordad a los sirios en Melilla” y “Queremos permiso para cruzar a la Península. Familias en situación de riesgo”.
Son seis, aunque en la protesta sólo participan cinco, y viven desde hace medio año en las instalaciones del Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI). Hasta allí llegaron, aseguran, a principios de año tras un periplo que les hizo recorrer el norte de África. Tras descartar la vía de Turquía, país con el que Siria mantiene unas tensas relaciones desde el estallido de la guerra civil, decidieron arriesgarse a entrar en Europa por España. La aventura les obligó a hacer paradas en distintos puntos de Argelia y Marruecos, recorriendo tramos a pie, en vehículos o utilizando cualquier medio de transporte que les permitiera avanzar kilómetros hacia su destino, la frontera de Melilla. “Llegamos por Marruecos, por la frontera, no saltamos la valla”, relata el más joven de ellos.
A partir de ese momento, lo que consideraban que podría ser un final inminente se ha convertido en meses sin respuesta. “Estamos en el CETI. Preguntamos y sólo nos dicen ‘espera, espera, espera’. Pero nunca pasa nada, no nos dan solución. Sólo queremos pasar a la Península porque allí tenemos familia”, coinciden. “Hay unos inmigrantes africanos que también están allí, en el centro, y sólo en 15 días han conseguido salir de Melilla”, insiste otro de los afectados, que prefiere que no conste su identidad. Pese a ello, el grupo registró el pasado lunes una petición formal ante la dirección del CETI en la que anunciaba su intención de “protestar pacíficamente” a partir del día siguiente “en la plaza central de la ciudad para satisfacer nuestras demandas”. Fuentes de la Delegación del Gobierno aseguran que no tienen constancia de que se haya tramitado ninguna petición de manifestación, limitándose por lo tanto a una protesta.
El grupo insiste una y otra vez en que no puede regresar a su país de origen. “Allí hay una guerra, hay bombas, destruyen los edificios, matan a los hombres, a las mujeres, a los niños. No podemos volver”, advierten. Y narran cómo, aseguran, tuvieron que huir de la capital, Damasco, y de las devastadas Hama y Alepo, dos de los enclaves donde se han enfrentado con mayor virulencia los insurgentes y el Ejército de Bashar Al-Assad. “Los militares te dicen que te alistes con ellos y combatas o te matan. Y los del otro bando también te dicen lo mismo. Tuvimos que irnos de allí”, relatan. Entre sus objetivos, lograr que las autoridades españoles certifiquen su condición de refugiado por los efectos del conflicto que sacude su país desde hace meses.
Mientras hablan, muestran en un teléfono móvil una colección de fotografías a cuál más tétrica. “Esto es lo que está pasando allí”, insisten mientras pasan, una tras otra, imágenes de combatientes muertos, mujeres desangradas y niños sepultados bajo los escombros. “Tenemos amigos y familiares que han muerto. Todos tenemos familia allí, y tres de los seis estamos casados, con mujeres y con niños, que queremos también traer de Siria”, subrayan.
De momento, mientras esperan una respuesta oficial, aseguran que volverán todos los días al banco que han ocupado en la Plaza de España, cubierto ayer con una manta. Comerán “lo que podamos traer del CETI” y no descartan volver al centro de estancia “cada tres o cuatro días” si la protesta se prolonga en el tiempo. “Sólo podemos seguir esperando”, relata uno de los integrantes del grupo.
“Queremos llegar hasta Francia o Bélgica”
Uno de ellos reconoce que su objetivo es alcanzar Valencia, donde vive uno de sus hermanos desde hace ocho años, pero el resto del colectivo confiesa que sus miras están puestas en proseguir hacia el norte, más allá de las fronteras españolas. “Nos gustaría llegar hasta Francia o Bélgica”, reconocen. “Aquí en Melilla no hay trabajo, no tenemos comida, no hay forma de ganarse la vida. Queremos ir a Europa”, insisten. Mientras tanto, dicen estar en contacto con sus familias a través de los teléfonos, pero siempre que las circunstancias lo permiten. “A veces hablas un día con ellos y luego durante una semana entera no hay conexión”, se lamentan varios de los integrantes del grupo.
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