Malabarismos, acrobacias, un partido de fútbol y una lidia –sin sangre– fueron algunas de las atracciones realizadas por estos profesionales actores del humor.
Al aire de la Fiesta Nacional no deberían estar permitidos espectáculos grotescos. Es cierto que esos seres más pequeños que el resto –me resisto a llamarles ‘enanos’– tienen derecho a ganarse la vida de forma honrada. En este caso, como actores de una farándula inventada en la década de los 40. Está bien pero no como asociación costumbrista a una tradición popular, los toros, de raigrambre secular y nacional, a pesar del Parlamento de Cataluña, que es un asunto mucho más serio.
En fin, 'El Bombero Torero' ha vuelto a Melilla tras casi cuatro décadas de ausencia. Más de medio aforo de la Mequita del Toreo para asistir a un espectáculo gratuito, prolegómeno de los festejos oficiales: novillada del jueves y corrida mixta del viernes.
El Bombero ha traído a la ciudad sus gags de siempre: tres semiprofesionales del toro que han capoteado con los añojos y siete seres pequeños que han intentado –lo han conseguido de sobra– arrancar carcajadas de los tendidos de la Mezquita del Toreo.
Se han realizado malabarismos, se ha lidiado –sin sangre, eso les honra– a reses añojas, se ha jugado al fútbol, representando la final de la Copa del Mundo de Sudáfrica que le dio el cetro universal a la selección de Vicente del Bosque y se han puesto sobre el albero momentos de sano y honrado humor que el respetable ha celebrado en justicia.
No se ha visto arte en ningún momento pero sí entusiasmo en estas personas condenadas a disfrazarse y a protagonizar charlotadas.
También hay que dejar bien claro que el público se lo ha pasado de miedo –estupendamente– porque la profesionalidad de estos actores –una actriz, también– tiene garantías.
Es decir, la contratación de ‘El Bombero Torero’ ha sido un éxito tanto para los responsables de Festejos como para el público asistente.
Mi compañero de fatigas y felicidades, don Ricardo Fernández Sánchez, al oir mis primeras impresiones me llamó al orden: “Oye, que a lo mejor es la única salida profesional que tienen estas personas”. Si mi maestro así opina, así lo acata su alumno.
Hoy, a partir de las 18.30 horas vuelve Adolfo Ramos a su casa tras la cogida en la Malagueta. Mañana hacen el paseíllo Enrique Ponce, con la montera puesta y Cayetano Rivera Ordóñez –esperemos– desmonterado. La cuadra de caballos de Leonardo Hernández ya está en Melilla. Que Dios reparta suerte y que los melillenses no se pierdan ni un minuto de la Fiesta Nacional, aunque sea a costa de esos entrañables seres pequeños.