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El encaje democrático del Ejército cierra el curso Constitución y Fuerzas Armadas

La relación entre el estamento militar y la clase política en los siglos XIX y XX centran las últimas ponencias.

El curso Constitución y Fuerzas Armadas celebradas esta semana en la UNED finalizó ayer con tres ponencias en las que se hizo un repaso de las relaciones entre el estamento militar y la clase política española en los dos últimos siglos hasta llegar al encaje democrático de las Fuerzas Armadas en la Constitución de 1978. El primer ponente de la tarde fue el coronel Julián Tomás García, quien hizo un repaso de la historia de los partidos políticos en España desde 1812 hasta nuestros días.  
La ponencia del coronel García sirvió de contexto histórico para entender las ponencias posteriores relacionadas con la relación simbiótica, y en ocasiones de sustitución, entre el poder político y el militar. El profesor de Historia Contemporánea de la Universidad de Granada, Fernando Fernández Bastarreche, hizo un repaso de cómo evolucionó el comportamiento del ejército a lo largo de la Restauración, la dictadura de Primo de Rivera y la II República.  

El ‘intervencionismo’ militar
Fernández Bastarreche destacó dos momentos históricos importantes, como fue la Constitución de 1876. El presidente Cánovas del Castillo intentó “alejar al Ejército de las actividades que más explosivas resultaban y que aceptara un orden institucional”. Ese orden institucional del momento estaba protagonizado por el bicameralismo y la alternancia de partidos en la Presidencia del país. Según este experto, la aceptación del estamento militar de este ‘estatus quo’ político le permitió al ejército una mayor autonomía, un mayor poder y terreno jurisdiccional.
De hecho, la clase política “echa mano” en ocasiones del ejército, recordó Fernández Bastarreche, “para resolver problemas que los políticos se veían incapaces de afrontar, como fue el estado prácticamente de guerra en Barcelona durante las manifestaciones obreras”. La utilización del ejército para la resolución de conflictos políticos generó “una mentalidad de sustitución” que quedó plasmado en el golpe de Estado de Primo de Rivera, que según este profesor universitario, cerró toda una época en España.
La II República abrió un periodo breve, pero intento de aperturismo y progresismo plasmado en la Constitución de 1931. Según Fernández Bastarreche, este texto constitucional es “completamente diferente a los vistos por España hasta el momento” y en el que las Fuerzas Armadas es una institución más del sistema, siempre bajo el mandato del Gobierno. Esto generó muchas discrepancias y enfrentamientos, recordó el profesor de la UGR, que creó un clima político y militar “de conspiración que estalla en el Levantamiento de julio de 1936”. Tras la Guerra Civil, España se ve inmersa en “la dictadura de un militar que aglutina todo el poder y el ejército cumple un papel clave para el mantenimiento y desarrollo de ese régimen”, sostuvo. La ponencia de Fernández Bastarreche concluyó con la introducción a la última conferencia de la tarde: “Cuando muere Franco, la pregunta crucial es cuál será la postura del ejército ante un cambio hacia la democracia”.
El catedrático en Derecho Constitucional, Antonio Torres del Moral, fue el encargado de clausurar el curso con su ponencia titulada ‘La función de defensa de la Constitución: La regulación histórica del papel del rey como jefe de las Fuerzas Armadas’.

El salto a la política de los militares exitosos en el campo de batalla

El coronel Julián Tomás García fue el primer ponente de la tarde de ayer en el curso Constitución y Fuerzas Armadas en la UNED. Durante su intervención hizo un repaso de la historia de los partidos políticos en los siglos XIX y XX “para que los alumnos tengan una visión completa y comprendan mejor la participación de los políticos en las diversas constituciones”.
Del siglo XIX, el coronel García destacó el salto que dieron los militares a la élite de los partidos políticos. Los militares más exitosos en el campo de batalla eran llamados por los partidos políticos del momento, aunque García precisó que esto no significó una intervención del ejército en la política. Subrayó que “ciertos militares eran apetecibles como figuras importantes, como hoy puede ser Ronaldo y Messi para captar a las masas. Las élites de los partidos políticos estaban formadas por abogados y médicos sin masas detrás de ellos”.
Durante el siglo XX, el ejército tiene una intervención en la política “más notable” hasta que hoy día “el ejército se limita a su función de colaborar con la paz internacional a través de las diversas misiones en el exterior y en el interior, las Fuerzas Armadas tienen asimilada la función que nos corresponde como una pieza más del orden institucional democrático”, concluyó.

Las claves del curso
La conversión del Ejército en la Constitución de 1812
La primera jornada de conferencias del curso de la UNED comenzó con el importante cambio que sufrió el modelo militar en España, tras la invasión napoleónica y la Guerra de la Independencia. El Estatuto de Bayona y la Constitución de 1812, ‘La Pepa’, supuso la constatación de un nuevo ejército nacional apoyado en las milicias nacionales. Ambos cuerpos militares defendieron y afianzaron el liberalismo, según los expertos ponentes.

La desaparición de las milicias nacionales
La segunda jornada estuvo centrada en cómo el recién creado ejército nacional español siguió una línea conservadora, mientras que las milicias se fueron radicalizando. Esta divergencia provocó que con la instauración del bicameralismo y la alternancia de partidos en el poder, las milicias populares desaparecieran y se restituyeran hasta su definitiva disolución en 1874 por Cánovas del Castillo.

El protagonismo político del estamento militar
El último día del curso de la UNED destacó el papel del ejército en la vida política española de los dos últimos siglos. La preeminencia del poder militar, en ocasiones en sustitución del poder político, finalizó con la Constitución de 1978, que dio a las Fuerzas Armadas funciones específicas y supeditadas al poder político.

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