Pedro Sánchez anda por ahora perdiendo el debate. Su empecinamiento primero por meter a Vox en la batalla dialéctica y por cambiar después la fecha del que proponía TVE y se negaba a admitir inicialmente, mantiene empantanada la oportunidad de confrontar a los líderes de los grupos con mayores posibilidades de formar parte de un futuro Gobierno de la Nación tras el 28 de abril.
El espectáculo es lamentable y evidencia un uso partidista y vergonzoso de la Televisión Pública que, en su decisión de variar la fecha inicial haciéndola coincidir con el previsto por Atresmedia, claudica y se postra a las exigencias del candidato del PSOE.
Hasta el presentador del pretendido debate se ha declarado contrario a la instrumentalización política de TVE, mientras que PP, Cs y Unidas Podemos han coincidido igualmente en criticar el uso electoralista y burdo del ente público, asimismo dividido internamente tras la queja de sus Consejos Informativos por el controvertido cambio de fecha.
Y todo esto por arte de gracia del maestro del enredo, Pedro Sánchez, fiel a su estilo de hacer justamente lo contrario de lo que dice. Porque allí donde insiste en que quiere debatir lo que realmente está propiciando son obstáculos e inconvenientes con los que justificar su nula predisposición a enfrentarse a sus adversarios políticos.
Un candidato que condicionó la moción de censura a la convocatoria de elecciones pero que, una vez en la Moncloa, intentó aferrarse al cargo lo máximo posible hasta que la situación se volvió insostenible y, sobre todo, muy peligrosa para los intereses de su partido, no merece ninguna confianza.
Lo más increíble, desde mi punto de vista, es que sea capaz de atraer a una minoría mayoritaria que le otorga una demoscópica victoria en medio de un enorme mar de indecisos, sin parangón con anteriores citas electorales.
Sinceramente, no me lo explico, teniendo en cuenta las formas trapisondas de este Presidente de carambola que no ha demostrado más que indecisión, bandazos y querencias por las amistades peligrosas durante sus nueve meses de azaroso Gobierno.
A Melilla, sin lugar a dudas, lo que menos nos conviene es un nuevo Gobierno de Pedro Sánchez. Ni los Planes de Empleo están asegurados con este candidato tan melindre en sus formas y tan dañino en sus acciones
Hemos llegado a un punto en que se está cruzando la línea roja que impida o haga imposible dar trabajo nuevamente a más de mil parados antes de que finalice el año. Para empezar porque este Gobierno, que podría haber aprobado la convocatoria antes de iniciarse el proceso electoral, no lo ha hecho ni lo ha previsto. Para continuar, porque los socialistas apuestan por otro modelo, el llamado Plan Integral de Empleo del que habló inicialmente la Delegada Sabrina Moh en marzo pasado y antes de ayer su candidato por Melilla Jaime Bustillo, que se supone suplantara a los anteriores, aunque eso sí, con muchas incógnitas y un presupuesto anunciado de un millón de euros menos que los últimos de 2018.
Los Planes de Empleo, que nacieron históricamente en tiempos de Gobierno del PP de Aznar, con Arturo Esteban como autoridad gubernativa en Melilla y tras la eclosión de las instrumentalizadas cooperativas de CpM, que tanto dinero acabaron costando a las arcas locales, buscaban sobre todo la paz social para amortiguar los dañinos efectos del desempleo crónico que sufre la ciudad.
Con el paso de los años se fueron perfilando mejor y combinaron ese fin de empleabilidad para parados de larga duración y escasa o nula formación, con la contratación de titulados, principalmente jóvenes, que en su falta de experiencia tenían su principal escollo para acceder al mercado laboral y que en los Planes de Empleo encontraban una oportunidad para ir mejorando su currículum.
Por tanto, los citados Planes, en contra de lo que opina el candidato Bustillo, sí han contribuido también a mejorar la empleabilidad de muchos melillenses, así como a desarrollar multitud de proyectos con más efectos sociales positivos que lo contrario. Entre otras razones, porque también han servido para brindar oportunidades a colectivos más vulnerables que, de otro modo, difícilmente podrían lograr un puesto de trabajo.
No obstante, no son perfectos, podrían mejorarse, pero no a costa de recortar su presupuesto, como ya anuncia el PSOE, ni de sacrificar la oportunidad de que se pierda, aunque sea por solo un año, la virtualidad de servir de respiro a muchos parados de la ciudad.
El PSOE debería explicar claramente si este año van a poder o no llevarse a cabo, porque a estas alturas ya vamos tarde y por mucho que la Ciudad Autónoma se afane en anticipar los trámites, se ve muy difícil que las contrataciones puedan reeditarse antes de que finalice el presente ejercicio.
Pero este y no otro es, hoy por hoy, el legado en materia de empleo por parte de un partido que, en Melilla, en estos nueve meses de Gobierno, ni siquiera ha sido capaz de nombrar a un Director Provincial del SEPE.
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