Editorial

El efecto de la humedad en Melilla

Esta semana se prevé especialmente dura en cuanto al calor en Melilla, sobre todo en su parte central, esto es, miércoles y jueves, cuando, según la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet), se alcanzarán en las horas centrales del día temperaturas que pueden superar los 35 grados, algo a lo que Melilla no está tan acostumbrada, dado que las máximas a las que se llega en verano en la ciudad autónoma suelen situarse entre los 31 y los 33 grados centígrados como mucho.

Es cierto que los termómetros aquí no llegan a los números que se alcanzan en otras zonas de España que no están situadas en el continente africano. De hecho, incluso en el noroeste, en el interior de Galicia y en Castilla y León, aunque pueda parecer extraño, se alcanzan temperaturas máximas más altas que en Melilla. Sin embargo, allí la ventaja con que cuentan es que la amplitud térmica es mayor y el pico de temperaturas máximas se mantiene durante menos horas que en el sur. Además, y no es un dato baladí, las mínimas son más bajas y por las noches se suele poder descansar más a gusto sin necesidad de ayuda en forma de ventilador o de aire acondicionado.

En la zona del noreste -Aragón-, el sureste -interior de Murcia, Almería y Granada- y suroeste -Extremadura y Sevilla o Córdoba en la parte occidental andaluza-, se suelen superar con creces los cuarenta grados, pero allí, al menos, no tienen que soportar la humedad que hay en Melilla y que eleva la sensación térmica entre dos y siete grados celsius, según las tablas que se manejan por parte de los expertos en la previsión del clima.

La mayoría de ellas son zonas que no cuentan con el factor de la humedad, que dispara la sensación térmica. Así lo explicó hace unos días el delegado de la Aemet en Málaga, Juan de Dios del Pino: “Nuestro cuerpo tiene un termómetro especial para medir la temperatura y tenemos la capacidad de sudar como refrigeración. Cuando hace calor, el cuerpo suda, sale el sudor de los poros y se forma una pequeña película de gotitas de agua sobre nuestra piel. Esa agua se evapora. Para que una cosa se evapore necesita consumir una energía que saca de nuestra piel, de nuestro sistema de sudoración, y nos enfría. Pero ¿qué pasa si el ambiente está muy húmedo, en sitios como Melilla, cercanos al mar? Que nuestro vapor de agua, nuestras gotitas de sudor tienen que competir con el vapor que hay, porque hay mucha humedad, y en ese caso cabe menos en el aire y, por tanto, nuestra capacidad de refrigeración es menor”.

Así, añade, “en contraposición con otros lugares más secos (pero donde pueda hacer más calor) como Sevilla, donde la sudoración funciona muy bien y es fácil que esas gotitas formen vapor y se disuelvan en la atmósfera, cuando los días son húmedos dan esa sensación de bochorno porque nuestro sistema de sudoración no es igual de eficiente: el cuerpo tiene más dificultad para soltar el sudor, porque compite con el vapor de agua que hay en el aire”.

La playa queda, pues, como única opción para refrescarse salvo para quien tenga piscina (¿por qué no hay una piscina al aire libre en Melilla?). El otro recurso son constantes duchas en casa.

El problema, que, siendo tan alta la humedad en Melilla, la sensación de bochorno aparece ya en cuanto uno sale del agua, al no poder evaporarse en un aire que ya va pleno de ella en forma de vapor.

Además, venimos de un junio catalogado como “extremadamente cálido”, de modo que diríamos que llueve sobre mojado si no fuera porque no es que haya caído mucha agua últimamente. Por cierto, que tampoco está previsto que llueva durante los próximos días, lo cual serviría para llenar el pantano de Las Adelfas, para reponer las aguas subterráneas y, de paso, para refrescar un poco el ambiente, que mal no vendría.

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