EL director general del Ingesa, José Julián Díaz Melguizo, llegó ayer a Melilla, explicó los objetivos que pretende alcanzar este año en nuestra ciudad y se marchó. Poco más dio de sí la visita. Díaz Melguizo no tuvo tiempo para escuchar a los sindicatos, quizás porque no quería oír el mensaje que le iban a transmitir. El máximo responsable de la sanidad pública en nuestra ciudad conoce, sin duda, que estos profesionales vienen demandando más recursos, afirman que están saturados y critican que sus condiciones laborales han empeorado. Su mensaje es prácticamente el mismo que el del resto de funcionarios y trabajadores del sector público. Ninguno de ellos se ha librado de las medidas adoptadas por el Gobierno central para afrontar la crisis y están molestos. Sin embargo, su pésimo estado de ánimo no es razón suficiente como para evitar el contacto directo. Además, en el caso de Díaz Melguizo, el encuentro es absolutamente necesario si quiere tener alguna oportunidad de cumplir los objetivos que se ha marcado para la Sanidad en este año. Sin el respaldo decidido de estos profesionales difícilmente se va a conseguir la eficaz puesta en marcha de la cita previa automatizada, ni se reducirá de forma considerable la lista de espera, ni será posible implantar con efectividad la receta electrónica, ni la cirugía ambulatoria alcanzará la implantación que pretende.
Quizá Díaz Melguizo debió mirar a su alrededor para buscar un ejemplo que seguir en estas situaciones. Hubiera encontrado sentado a su derecha a Abdelmalik El Barkani, quien desde su llegada a la Delegación del Gobierno no ha rechazado el cara a cara con ningún colectivo. Ha demostrado que tiene oídos para todos, lo que no significa necesariamente dar la razón a su interlocutor. Sólo así, escuchando, es posible buscar puntos de encuentro o ver el error y corregirlo, como hizo ayer El Barkani acertadamente con el policía nacional ‘olvidado’.