Categorías: Editorial

El dinero de Melilla

Poner puertas al campo no tiene ningún sentido y por eso los empresarios melillenses no lo plantean, pero sí desean encontrar una alternativa para que al menos una parte del dinero de las obras y servicios que contrata el Gobierno local se quede en Melilla. Se da la paradoja de que nuestras empresas no tienen el suficiente tamaño como para poder competir con las ofertas de las foráneas y éstas acaban llevándose la parte más sustanciosa de las contrataciones que licita la Ciudad, un dinero que, por lo tanto, no contribuye al desarrollo y crecimiento de las empresas locales.
La presidenta de la Confederación de Empresarios de Melilla (CEME), Margarita López Almendariz, tiene intención de reunirse con el presidente Juan José Imbroda, y el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani, para buscar un remedio a la situación agónica en la que se encuentran muchos negocios locales. El reto será buscar un procedimiento para darles prioridad, como solicita López Almendariz, sin vulnerar las leyes que regulan el comercio, la libertad de empresa y la competencia. No obstante, la máxima responsable de la CEME asegura que confía en el “total apoyo” de ambos políticos.
Aunque el principal interés de la patronal es buscar remedio a la agónica situación de muchas empresas locales, el éxito que se busca en esa reunión, si se alcanza, también beneficiará a los trabajadores. Que una importante parte de las adjudicaciones de obras y servicios se quede en la ciudad significará que unas y otros serán realizados por trabajadores locales, que a su vez verán cómo mejora su situación financiera, lo que beneficiará el consumo... y  todo ello puede contribuir a reactivar la actividad económica de la ciudad.
Mientras tanto y hasta que no se encuentre una solución al problema que plantean los empresarios locales, la mayor parte del dinero de las contrataciones continuará circulando hacia sociedades foráneas que en muchos casos llegan a Melilla con sus propios trabajadores, cuyos sueldos se dirigen a sus hogares en la península, por lo que a penas tienen impacto en la economía local.

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