El Defensor del Pueblo, en su informe anual presentado ayer, se refiere a la necesidad de poner en marcha proyectos de actuación con los menores extranjeros no acompañados (menas) que se encuentren próximos a la mayoría de edad, con el objeto de fomentar su permanencia voluntaria en el centro de La Purísima.
En dicho informe se recoge que en su día se solicitó a los organismos pertinentes para que implementen programas de intervención social en la calle. El propósito sería el de ofrecer opciones a los menores que pernoctan en la zona de la Ciudadela, para así poder reconducirlos a La Purísima.
Asimismo, el Defensor del Pueblo apuesta por la adopción de medidas que permitan abordar a pie de calle la situación de los menores desde puntos de vista “distintos a los meramente policiales”. Para ello, esta institución pide que se adopten medidas asistenciales y educativas, “toda vez que las medidas coactivas no han demostrado efectividad”.
El Defensor del Pueblo entiende que los menores se encuentran con dificultades para permanecer en los centros de acogida, como que éstos se encuentran saturados, la demora en obtener la autorización de residencia, la extinción de la misma una vez acceden a la mayoría de edad o la discriminación en su escolarización. Estas circunstancias, señala, “desincentivan su permanencia en los centros de acogida y suponen un acicate para que quieran dirigirse a la península”.En peligro
Y este deseo de abandonar Melilla se traduce en que ponen en riesgo su integridad física cuando intentan abordar una embarcación desde el puerto, descendiendo por acantilados. En su momento, el Defensor del Pueblo se dirigió por este motivo a la Delegación del Gobierno en Melilla, que le informó de las actuaciones policiales adoptadas para localizar a los menores y para fomentar su permanencia en el centro.
La Delegación explicó también la dificultad de esta tarea, debido a que estos menores, que suelen acompañar a otros jóvenes ya con más de 18 años, se niegan a intergrarse en actividades de formación y orientación programadas, lo que unido al carácter abierto de los centros, dificulta su permanencia en los mismos.
En este sentido, la Consejería de Bienestar Social puso en marcha entre mediados de octubre y finales de diciembre del año pasado el programa de Educadores en la calle. Consistía en que dos educadores se encargaban de localizar a los menas que merodeaban por la ciudad, para darles acogida en el centro de menores.
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