La directora del Departamento de Aduanas e Impuestos Especiales del Ministerio de Hacienda y Función Pública, María Pilar Jurado Borrego, tiene previsto reunirse la próxima semana con su homólogo marroquí para buscar una solución al veto de Rabat a las exportaciones españolas a través del paso fronterizo de Beni Enzar.
No sabemos la fecha exacta ni el lugar donde tendrá lugar el encuentro. Lo que sí intuimos es que el Gobierno de Pedro Sánchez busca una solución técnica, que no es poco, a un problema que es, sin dudas, político.
María Pilar Jurado lleva varios años al frente de Aduanas. No es una recién llegada al cargo. Sabe de qué va la cosa. Estaba con el Gobierno de Rajoy y sigue con el de Pedro Sánchez. Pero el cierre de un control aduanero abierto desde 1959 no depende de números sino de influencia política.
Jurado ha sido jefa de la Oficina Nacional de Información e Investigación de Aduanas e Impuestos Especiales; responsable de la Dependencia Provincial de Madrid de Aduanas e Impuestos Especiales; subdirectora general de Gestión e Intervención de Impuestos Especiales y ha estado al frente de la Unidad de Análisis de Riesgos.
Con esa experiencia a sus espaldas es evidente que no le darán gato por liebre, pero ella sabe perfectamente (y nosotros también) que la decisión de Marruecos no depende de informes técnicos, sino de alcanzar un acuerdo político.
Que al encuentro con Marruecos acuda una figura con un perfil técnico significa que España no ve la decisión de Rabat de cerrar la aduana de Beni Enzar como una agresión diplomática, inaceptable entre países amigos que comparten intereses comunes en la lucha contra el terrorismo, el narcotráfico y la inmigración irregular.
Fuentes marroquíes dan por hecho que la solución al conflicto que mantiene varada en ‘tierra de nadie’ a una decena de contenedores españoles, pasa “en un 90%” por devolver los camiones a Melilla y mantener firme la decisión de cortar la entrada de mercancía documentada por vía terrestre.
No es mentira que con esta medida Marruecos quiere potenciar su puerto. Es evidente que al cortar la entrada de mercancía declarada en la aduana de Beni Enzar echa por tierra el proyecto de ampliación de nuestro puerto, la competencia directa del de Nador.
¿Qué sentido tendría ampliar la dársena local si la mercancía descargada en Melilla no tendrá a partir de ahora salida por tierra a menos que se esconda en los fardos de los porteadores? Eso, siempre que no se confirme el rumor de que Marruecos quiere acabar en octubre con el comercio atípico.
No me cabe la menor duda de que ha habido contactos entre España y Marruecos para buscar una salida al cierre unilateral de la aduana de Beni Enzar. Pero si pese a la presión política el encuentro se celebrará casi 45 días después de que los contenedores españoles quedaran atrapados en ‘tierra de nadie’ es porque Marruecos marca los tiempos. Aquí bailamos a su ritmo cómo y cuándo ellos quieren.
Si existiera una relación fluida entre las autoridades de Melilla y Nador, quizás el Gobierno central no tendría que meter mano en el asunto. Es responsabilidad suya, pero, desgraciadamente, el Estado tiene más cosas en la balanza.
Muchos creyeron que con el nombramiento de Abdelmalik El Barkani como delegado del Gobierno esa barrera de la incomunicación se acabaría. No fue así, aunque hay que reconoce que hubo discretos avances.
Las relaciones no tienen por qué ser públicas. A nosotros nos conviene la foto porque significaría que reconocen nuestra autonomía. Pero si tiene que florecer entre bambalinas, bienvenida sea.
No podemos seguir jugando a poner morritos envueltos en la bandera de España. Con los vecinos hay que llevarse bien porque estamos condenados a convivir uno al lado del otro.
Las cosas tienen que cambiar y siempre hay tiempo para hacerlo. María Pilar Jurado saldrá de la reunión con Marruecos, con buena suerte, igual que como entró. A la salida, debería anunciar un recorte de horarios en el funcionamiento de la aduana de Algeciras. En lugar de abrir las 24 horas, vamos a trabajar doce.
Cuando a Marruecos se le queden filas de camiones de tomates guardando cola al sol, igual se replantea dar marcha atrás a una decisión que sólo busca meternos el dedo en la llaga.
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