Aunque el cubano Jorge Luis Sánchez Cordero, el segundo entrenador del Melilla Sport Capital (MSC) Voleibol masculino, lleva casi un cuarto de siglo viviendo en la ciudad autónoma, no olvida cuando ingresó en una Escuela de Iniciación Deportiva Escolar en La Habana con apenas 10 años.
El antillano, que ha tenido una "fructífera" carrera en el voley, tanto como jugador como desde el banquillo, conversa con El Faro sobre cómo "cayó" en Melilla, a la que al principio confundió con Sevilla.
Recuerda que vino a jugar la Serie Mundial a Tenerife, donde contactó con el gaditano Agustín Correa, que también participaba en el torneo y jugaba en Melilla, y le dijo que quería jugar voleibol en España. Para entonces, ya con 27 años, Sánchez tenía claro que "no quería que los 30" lo "cogieran" en Cuba. El de Chiclana le pidió su currículum porque el colocador de su equipo (o pasador, como se le dice en Cuba, que era la posición del caribeño), era el de la selección de Marruecos y se iba a retirar.
Después de que su aval llegara a las manos del presidente del entonces club Melilla Voleibol, Antonio Zapata, Sánchez recaló en 1999 en Melilla, donde le ha ido "estupendamente bien". "He gozado del respeto y del cariño del pueblo melillense", resalta antes de añadir que en esta ciudad ha formado su familia y "ahora mismo" se la recomienda "a cualquier jugador, sea cubano o no", porque es un lugar donde "se respeta a las personas, sobre todo a los buenos atletas". Cree que Melilla "acoge a los buenos jugadores" y "tiene magia".
Según su propio recuento, el cubano se perfeccionó en el deporte en Cuba desde edades tempranas. "Fui desarrollándome y participando en Juegos Nacionales Escolares y en Campeonatos Juveniles, pasé a la Escuela de Perfeccionamiento Atlético Nacional, y, en 1987, realicé mi primer viaje a Rumanía, con solo 14 años", dice no sin reconocer que aquel hecho marcó su "despegue" como jugador de voleibol.
Luego siguió en su segundo año de preselección juvenil, jugó el Campeonato Centroamericano y del Caribe en Guatemala y al año siguiente, en el Campeonato Mundial Juvenil en Grecia, en un momento en el que "el voleibol cubano gozaba de una salud estupenda", fue parte del equipo que obtuvo "un meritorio quinto lugar".
Más tarde, tras su paso por el equipo juvenil, se inclinó por el voleibol de playa, que era una modalidad que estaba comenzando a fortalecerse en Cuba y el resto del mundo. Así intervino en el Campeonato Centroamericano y del Caribe en Cayo Largo, y en el de Cancún, y en algunos duelos amistosos en África.
Una vez que el voley de playa se oficializó, pasó a engrosar las filas de la selección cubana de esta disciplina y a finales de los noventa, luego de ganar tres campeonatos nacionales consecutivos y un cuarto lugar en la isla, que cree que es un récord aun, participó en la Serie Mundial en la que conoció a Correa.
-¿Qué tiene Melilla que te enganchó? ¿O es que decidiste echar raíces aquí por la fuerza de las circunstancias?
-Creo que me enganchó la hospitalidad de la gente, que es algo que también tenemos los cubanos. Además, Melilla es una ciudad que conoce bastante de deporte para lo pequeña que es. Así se ha dado una compenetración mía con la ciudad. También ha influido el clima porque no me gusta mucho el frío. En su momento tuve ofertas para irme a Grecia o a Austria y no lo hice porque fijé el ojo en Melilla, que creo que me estaba esperando y yo se lo agradezco a todos los melillenses, a los directivos y a los jugadores, a alumnos que he tenido en las clases de bailes latinos que doy.
-¿Por cuánto tiempo te sentiste extranjero en Melilla? ¿Experimentaste algún tipo de rechazo social?
-No me he sentido extranjero ni despreciado en esta ciudad, aunque me hayan bautizado como 'el cubano'. Creo que en los 24 años que llevo aquí nunca he vivido ningún episodio de racismo grave o importante. He sabido llegar a la gente porque no soy una persona problemática y me he caracterizado siempre por respetar para que me respeten. No me he sentido maltratado por los melillenses. Al contrario, voy caminando por las calles y las personas me llaman para conversar, más ahora, que el voleibol vive una situación bastante buena. También ser profesor de baile me ha ayudado a ser una especie de personaje social, pero en el sentido positivo. Creo que he aportado lo que he podido y más en todas las esferas en las que he estado trabajando.
-En Melilla jugaste algunos años. Después de haberte formado en un voleibol considerado de los más fuertes del mundo en tu etapa en Cuba, quizás te haya resultado fácil adaptarte y establecerte aquí. ¿O no?
-Yo venía con la idea muy clara. Salí de Cuba diciéndome que me iba a comer el mundo. Porque si yo en Cuba me tenía que levantar temprano para coger una guagua, entrenaba y tenía resultados, aquí, descansando, con tranquilidad, con buen transporte, los resultados tenía que ser el doble. A lo mejor alguno no salía, pero otros, sí. No me vi perjudicado para nada por el voleibol de España. Al contrario, creo que siempre me he distinguido por ser disciplinado, que es algo que caracteriza al deporte cubano, aunque las condiciones no sean las más idóneas, y creo que esa disciplina, tanto en Cuba como aquí, es la que me llevó a abrirme camino en el mundo profesional por primera vez. Creo que me adapté y que los compañeros me acogieron bastante bien. Y también ayudó la experiencia con la que yo venía del voleibol cubano, de la selección cubana. A pesar de que en Cuba no hay clubes, sino que hay una preselección con varios jugadores y el campeonato nacional dura poco, el atleta cubano que sea disciplinado y tenga claro sus objetivos, sus metas, con tesón y ahínco, puede triunfar en cualquier deporte profesional.
-Te han bautizado como "leyenda del voleibol melillense". ¿Qué tal te sienta el calificativo?
-No me lo tomo mal, sino con mucho respeto porque hablar de una leyenda son palabras mayores. Pero si las personas lo ven así, creo que alguna repercusión ha tenido mi figura y que algo bueno habré hecho para ganármelo. No me afecta para nada porque no se me han subido nunca los humos para la cabeza. Creo que soy una gente de pueblo, muy modesto y humilde, como la familia de la que vengo. Trataré siempre de corresponderle a esos que piensan que soy leyenda de la manera que lo hecho en la pista y ahora como entrenador: con el respeto que se merece sobre todo la familia del voleibol y también el resto de las personas, independientemente de que sean deportistas o no.
-¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre el voleibol de España y el de Cuba? O, en sentido general, ¿entre el de Europa y de América?
-Creo que las diferencias fundamentales se basan en la mentalidad, la mentalidad capitalista del jugador que juega de forma profesional en Europa o en África. Los cubanos nos criamos bajo un modelo deportivo revolucionario basado en el respeto, pero no es algo que vayamos a mantener siempre. Igualmente hay muchas diferencias sobre todo en la manera de actuar y de entrenar. Aquí, por ejemplo, te puedes encontrar con una sanción por irte a una discoteca un día antes de un partido.
-¿En tus planes estuvo siempre incursionar en el mundo de la preparación de jugadores, o simplemente te decidiste a empezar porque hacía falta trabajo y este te parecía el más afín a ti?
-Si te digo la verdad, nunca me vi sentado en un banquillo entrenando ningún equipo, ni femenino ni masculino, pero siempre quise ayudar de la mejor manera, dando consejos, yendo a ver partidos. Creo que, a raíz de que yo me divorcié hace unos cuantos años, tuve la oportunidad de aprovechar más el tiempo libre para ayudar a las figuras jóvenes. Entonces comencé a pensar más en el voleibol melillense, en cómo mejorarlo, porque me ha dado muchísimas alegrías, como yo a él. La directiva de este club y del anterior se han portado muy bien conmigo. Además, el voleibol es como un bichito para mí, y nunca me voy a separar de él porque, incluso cuando me retiré, que estuve más alejado, iba a entrenar con el equipo. Ahora estoy más involucrado y quiero seguir incursionando en este mundo de la preparación y del entrenamiento de atletas.
-"Candela y pica pica" es una frase muy común en Cuba, pero en España no. ¿Cómo se la explicaste en su momento a los integrantes del equipo?
-Es una frase muy cubana, que utilizan muchos salseros y reguetoneros en sus canciones y cuando llegué al equipo, lo usé con la intención de darle un toque musical. Entonces un argentino me preguntó que qué significaba y le dije que algo está caliente y pica mucho, que tiene sabrosura, y creo que se ha ido pegando la frase en esta parte del deporte melillense. Actualmente, las preparaciones físicas usan música en el mundo entero y yo lo he hecho mucho con el equipo. Pongo unos 20 minutos de música para empezar a calentar, un poquito de merengue, salsa, bachata, y creo que funciona bien porque influye en la coordinación. Siempre he estado en el candelero de los bailes latinos en Melilla y eso lo llevé al equipo.
-A raíz de tu renovación, El Faro escribió que "además de ser el segundo entrenador del equipo masculino", aportarías tu "granito de arena en el equipo femenino". ¿Cómo ha sido eso?
-Primero empecé con el equipo masculino y tuvimos una temporada bastante buena. Y el año pasado, empiezo a trabajar con el equipo femenino a partir de que no se ficha a otro entrenador y Salim (Abdelkader) me pide llevar también ese colectivo. Es un colectivo de chicas estupendo, con jugadoras latinas, y lo que hago es entrenar con ellas y transmitirles lo mismo que a los chicos y que no son marginadas que, en Cuba, por ejemplo, el voleibol femenino obtuvo más resultados que el masculino. Me fui con ellas a la fase de ascenso porque Salim estaba con el masculino y lo más lindo fue cuando ganaron y vinieron todas a abrazarme llorando y me decían: "Cubita, lo logramos". Quedamos campeones invictos en esa frase y creo que ahí se ve el esfuerzo tanto del otro entranador como el mío. Me embarqué en este proyecto porque sé que hay potencial y he querido sacarlo. Con los varones es más intenso el trabajo, pero igual de bonito, porque son los que marcan el patrón de este deporte en la ciudad porque las niñas llegaron un poco más tarde y su campeonato es más corto, y ellos este año ya han tenido su boom total.
-Ahora después de ese boom, ya que vienen de ganar la Copa del Rey y de ser subcampeones de España, ¿a qué tanto puede aspirar el Melilla Sport Capital?
-Hemos ganado la Copa del Rey y ha sido una locura. Todavía me siento en una nube, aunque ya han pasado meses. Ha sido un triunfo que hemos trabajado mucho hace dos años. Tuvimos problemas con jugadores en la pandemia, por los desplazamientos, y después de ganar la Copa y de ser subcampeones de España, nuestras metas para este año son ambiciosas, pero con humulidad. Queremos seguir siendo el MSC, Los Gladiadores, ese "candela y pica pica", pero sin olvidar el respeto por el contrario, el tesón, la dedicación que ponemos en cada presentación. Y lo mejor es que quienes se están incorporando al grupo conocen ese trabajo que quieren la directiva y el equipo. Les insisto a los jugadores en que hemos ganado, pero no hemos hecho nada, porque tenemos que seguir haciendo historia, que es lo que nos va a marcar. Ahora comienza una nueva aventura, en la Challenge Cup, una competición europea, y creo que el equipo se encuentra listo para empeños mayores y ya lo hemos demostrado. Vamos a luchar por poner en alto el nombre de Melilla, en los puestos que se merece, tanto a nivel nacional como internacional.
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