El Parque Hernández es uno de los lugares preferidos por los melillenses para pasear gracias a sus cuidadas instalaciones Jardines, árboles, estanques y fuentes forman un bello panorama.
Estanques, fuentes, jardines floridos y una arboleda diversa y sin fin conforman el hermoso panorama del que disfruta todo aquel que pasea por el Parque Hernández. Muchos melillenses lo consideran el más representativo de la ciudad y no les falta razón.
De planta triangular, con un vértice en la simbólica Plaza de España, su paseo central lo recorre desde esa entrada hasta la verja que mira a la calle Luis de Sotomayor. En los bancos que jalonan ese ancho camino, los ciudadanos se sientan al sol y se deleitan contemplando la naturaleza que los rodea en pleno corazón de la ciudad.
Si esta zona verde atrae tanto la atención de los melillenses, se debe a los cuidados que sus plantas y árboles, así como las instalaciones del recinto, reciben de forma continua y eficaz.
Mantenimiento eficaz
Un jardinero realiza su trabajo de mantenimiento en un rincón del parque donde setos de un intenso verde rodean unas esculturas que imitan el estilo clásico. Un poco más adelante, en un alargado estanque, decenas de caños situados a ambos lados del mismo impulsan el agua, dibujando arcos que imitan a los de las plantas trepadoras que sirven de techo para el propio estanque.
El jardinero señala un árbol cercano de cuyas ramas brotan flores de un tono rosa suave. Es el árbol de las orquídeas, según indica un cartel a sus pies.
No muy lejos, se divisan pequeños olivos, tan representativos de la flora mediterránea.
Encaramados a las palmeras
Un camión con escala accede al parque. Es el que usan los operarios que fumigan las elevadas copas de las palmeras.
Mientras uno de los trabajadores activa el motor, el otro ya está subido a la cabina desde la que mimará las ramas de las palmeras aplicándoles un líquido insecticida.
“Estamos haciendo el tratamiento contra el escarabajo picudo”, explican. Se trata de un insecto cuya acción sobre estos árboles puede ser letal si no se actúa a tiempo. Por eso, ellos siempre permanecen alerta.
“Al fumigar, evitamos que las hojas y las ramas se sequen”. Esto es lo que los trabajadores llaman “hacer la cirugía”.
Las palmeras conviven con las araucarias, que rivalizan con ellas en altura. Aunque también se divisan cocoteros que arraigan a la perfección en un clima cálido como el de Melilla.
Especies subtropicales
“Aquel es un drago”, indica uno de los fumigadores señalando un bello árbol de gruesas ramas abiertas como un abanico sobre su tronco. Una especie subtropical muy frecuente en las Canarias.
Pero son las palmeras las que cobran mayor protagonismo. “Las que dan dátiles son hembras y las que no, machos”, precisan los operarios tras haber impartido toda una lección de botánica en un parque en todo su esplendor.