Categorías: Cultura y Tradiciones

El conflicto hispano-marroquí y la aparición del corresponsal de guerra

Una constante en la historia de las relaciones hispano-marroquíes ha sido el conflicto permanente que ha existido entre ambos países, Marruecos y España.

Ello llevó a una continua tensión entre las cancillerías de los dos países, con altibajos que pueden rastrearse a lo largo de esos años y cuyo corolario fue la solución de los diferendos en varios conflictos armados.

Pese a ello, la información en torno a estos conflictos sólo fue perceptible desde el momento en que algunos escritores y más tarde periodistas, decidieron acudir a la zona, bien enrolados en las tropas españolas, o bien como profesionales independientes a cargo de sus medios de comunicación.

Sin duda alguna, y debido a los pasos que tuvo que dar la prensa en España hasta consolidarse como verdaderos medios de comunicación, el primer conflicto armado entre España y Marruecos que fue cubierto por estos profesionales fue la conocida como Guerra de Margallo. Pese a ello, los primeros escritos sobre el conflicto hispano-marroquí son anteriores y se lo debemos a Pedro Antonio de Alarcón, pues participó en la campaña de Tetuán en 1859, en la que fue una de las primeras incursiones de un escritor e intelectual en un conflicto armado.

La campaña de Tetuán, motivada por un problema fronterizo en los aledaños de la ciudad de Ceuta se saldará de forma favorable para las tropas españolas, no sin un gran esfuerzo. Y en esa aventura africana estuvo el granadino Pedro Antonio de Alarcón,quien legó algo más tarde sus impresiones sobre lo sucedido en un libro,’Diario de un testigo de la guerra de África’. “África es la inmensidad”, llegará a afirmar el cronista, quien protagonizó otra aventura no menos importante, como fue la creación del primer periódico español en Marruecos, el Eco de Tetuán, de corta duración, pues tan sólo pudo imprimirse un número. Los inicios del periodismo se lo debemos por tanto a este pionero, cuyos escritos han dejado constancia de las operaciones militares que se llevaron a cabo en la zona.

           La Guerra de Margallo

Habrá que esperar por tanto a la guerra de Margallo, en Melilla, en 1893, para ver en acción a los que podríamos considerar los primeros corresponsales de guerra españoles. Y es que el conflicto con Marruecos, en este caso a causa de la construcción de un fuerte en las inmediaciones del cementerio de Sidi Guariach, generó la que se ha venido en llamar ‘Guerra chica’, aunque tuvo consecuencias nada desdeñables, entre ellas, el desarrollo de este tipo de periodismo, desconocido hasta entonces.

De la guerra de 1893 han quedado suficientes testimonios para comprender el valor de los periodistas que acudieron a la zona, muchos con escasos recursos, pero con el suficiente talento para realizar un buen trabajo. Y ello es así en la medida en que muchos de ellos vivieron directamente el conflicto al quedar cercados en el fuerte de Cabrerizas Altas junto al general García Margallo. 

Fueron por tanto testigos de excepción de los acontecimientos y las crónicas posteriores lo suficientemente emotivas como para no dejar indiferente a nadie en la península. Algunos de ellos fueron Adolfo Llanos Alcaraz, José Boada y Romeu o Luis Morote. Del primero sabemos que fue militar y que participó en la campaña de Tetuán en 1859 y dejó su legado en un libro, ‘La campaña de Melilla de 1893-1894’ en la que no sólo cuenta los sucesos de Cabrerizas Altas, sino que también realiza un estudio pormenorizado de todas las unidades militares presentes en la plaza así como las que intervinieron en los combates. Igualmente aporta el número de bajas con los nombres de todos los caídos en combate.

Llanos Alcaráz vino a Melilla a cubrir el conflicto a cargo de ‘La Ilustración Nacional’ y tuvo ocasión de convivir con otros periodistas como Luis Morote, quien quedó cercado en el fuerte y dejó más tarde escrito un pequeño libro, ‘Sagasta, Melilla, Cuba’ donde narra las vicisitudes de aquellos aciagos días. Más tarde irá a Cuba, a cubrir el conflicto entre España y los independentistas isleños.

En total fueron cinco los periodistas cercados en el fuerte de Cabrerizas y de ello da cuenta José Boada. “Mis compañeros de encierro, Morote, Blanco, Lázaro y Oliver aparecían también allí aburridos de aquella larga noche y deseosos de poder salir cuanto antes del fuerte para comunicar a los periódicos que representaban los interesantes apuntes que tenían en cartera”

Sobre la situación en el interior del fuerte comentará que “llenando cuartillas y comentando los incidentes del día, nadie pensó en acostarse. En aquel fuerte, capaz para cien hombres,  albergábanse entonces más de seiscientos; no había sitio para dormir, ni el continuo ruido de los disparos lo habría permitido”.

               Nuevos escenarios

La campaña de 1909 tras los sucesos del Barranco del Lobo llevó a Melilla a nuevos periodistas que no perdieron la ocasión de realizar sus crónicas sobre los sucesos armados. De esta época es conocido el trabajo de la almeriense Carmen de Burgos, más conocida como ‘Colombine’, la primera mujer española corresponsal de guerra.

Algo más tarde, en 1919, será Rafael López Rienda quien toma el testigo, siendo uno de los corresponsales más prolíficos en la zona, pues escribía para varios medios de comunicación, entre ellos el diario El S ol y el Telegrama del Rif.

Rienda estuvo en la zona occidental del Protectorado en Marruecos y además es conocido por escribir varias novelas ambientadas en la zona y algunos guiones de cine.

Se hizo una figura relevante tras escribir el libro ‘El escándalo del millon de Larache’, donde denunció algunas prácticas de corrupción que se daban en el Ejército estacionado en Marruecos en aquellos años. Vivió en primera persona la evacuación de la ciudad de Xauen en 1924.

Otros afamados pediodistas que acudieron a cubrir la guerra de Marruecos fueron Eduardo Ortega y Gasett, hermano del filósofo y Luis de Oteyza. Respecto al primero de ellos, llegó tras los sucesos de Annual y logró recabar testimonios de supervivientes, lo que le permitió escribir un libro sobre lo sucedido aquel aciago 21 de julio de 1921.

Luis de Oteyza fue otro periodista destacado, entre otras cosas por sus artículos sobre los prisioneros españoles en manos de Abdelkrim. También merece una mención especial Juan Luque y sus crónicas sobre el desembarco de Alhucemas.

   Literatura sobre la guerra

Un género interesante cercano al periodismo es la literatura, pues algunas de las mejores novelas sobre la guerra de Marruecos fueron escritas por  sus protagonistas o por periodistas que prestaron servicio en el Ejército español.

Este es el caso de Ramón  J. Sender, cuya obra ‘Imán’ se convirtió en una de las mejores novelas bélicas de la literatura española en lo que no dejó de ser una denuncia de la guerra de Marruecos y un alegato antibelicista.

En ella traza un retrato descarnado de los sucesos de Annual vistos por el personaje de la novela, un jóven aragonés que sobrevive al desastre. Esta novela se publicó en 1930  debido a ciertos problemas de censura y de hecho, Sender perdió su trabajo como periodista de el diario El Sol por ese motivo.

Otros dos retratos interesantes sobre la guerra de Marruecos nos lo dan José Fernández Díaz en su obra ‘El blocao’ y Arturo Barea en ‘La forja de un rebelde’. Ambos participaron en la contienda aunque el primero de ellos introduce una crítica política en su escrito.

En cuanto al segundo, su trabajo es autobiográfico y da una descripción detallada de algunos hechos de armas y del Marruecos que se encontró al pisar tierra africana. 

Estas tres marcaron un antes y un después en la literatura bélica española. 

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