Los responsables de la COA aseguran que la empresa concesionaria del servicio de transporte urbano en Melilla atraviesa por serias dificultades económicas. Al cierre de cada ejercicio los números no cuadran. Hay un importante defase entre ingresos y gastos, una diferencia que se ha acentuado más aún con la crisis económica de los últimos años.
En esta situación financiera, la empresa, que lleva prestando servicio en Melilla desde 1933, ve difícil continuar con su actividad. De hecho, augura que tendrá problemas para optar a la nueva adjudicación del servicio que se llevará a cabo el próximo año. Este contrato ha generado el interés de, al menos, tres importantes empresas privadas. Arriva, Grupo Ruiz y Alsa creen que puede haber margen para el negocio en el transporte urbano en Melilla. De hecho ya se han interesado por las condiciones del contrato.
Ésta es la situación actual del problema, que se ha agudizado en los últimos días con las protestas de treinta minutos que realizan los trabajadores de la COA cada mediodía. A ello se suma la amenaza de la interrupción del servicio a principios de año si Gobierno local y los gestores de la empresa no llegan a un acuerdo sobre las partidas para financiar el servicio recogidas en los Presupuestos del próximo año.
La solución de CpM, expuesta a través de su diputado Hassan Mohatar, pasa por crear una empresa pública que gestione el transporte urbano. Esa fue la principal aportación del primer partido de la oposición para la búsqueda de una solución. Sin embargo, Mohatar no profundizó ayer más en su idea ni aclaró por qué, en opinión de CpM, los números rojos que arroja la gestión de los actuales responsables de la COA pasarían a convertirse cifras positivas cuando la empresa estuviera en manos de cargos públicos, eso sí, sin incrementar las actuales partidas económicas que la Ciudad destina a sufragar el servicio.
La esencia del problema es que los melillenses, por diversas razones, no utilizamos habitualmente el servicio que presta la COA. La discusión, en estos momentos, no es el modelo de gestión de la empresa. Nadie está interesado en discutir si la solución debe aplicarse a través de una cooperativa, una empresa pública o una privada. El problema no es quién ‘conduce’ los autobuses. El verdadero dilema es cómo idear una oferta de transporte urbano que anime a los melillenses a volver a subirse al autobús. Para ello hay que analizar el asunto desde todas sus perspectivas y quizá rediseñar un modelo que actualmente está desfasado porque no ha sabido ir adaptándose a las necesidades y exigencias de los melillenses.