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El compromiso del PP-A

El comité ejecutivo conjunto de la máxima dirección del PP andaluz y el melillense, celebrado ayer en Melilla, en el Hotel Tryp Melilla Puerto, fue mucho más que un acto de partido. Posiblemente sea el principio oficioso de una campaña electoral que se promete intensa y dura, por las perspectivas electorales que auguran un éxito aún más abultado de la candidatura de Imbroda en las próximas elecciones y que, de confirmarse tal cual se prevé, dejará en pésimo lugar a los dirigentes de la oposición, Dionisio Muñoz y Mustafa Aberchán.
Como era de esperar, la visita de los populares andaluces tuvo un marcado valor simbólico, de gesto claro de apoyo a una ciudad especialmente desamparada por el Gobierno Zapatero y el Partido Socialista durante los conflictos fronterizos del pasado verano y que encuentra en estos claros apoyos un respaldo a nuestra vocación democrática y soberanía española.
Pero no fue la verborrea patriótica la que se impuso ayer en el acto de los populares andaluces y melillenses, sino la vocación de hacer valer de una vez los artículos de nuestros respectivos Estatutos de Autonomía que llaman a una especial colaboración entre nuestras dos comunidades, hasta ahora del todo baldíos en lo que a la cooperación entre Melilla y Andalucía respecta.
Políticamente no es nada correcto que Juan José Imbroda diga que ya no quiere firmar ningún convenio con el actual Gobierno andaluz de José Antonio Griñán. Motivos no le faltan. Realmente nos han ninguneado hasta el extremo de la tomadura de pelo. De otro modo no es entiende que el propio Chaves, ya como ministro, se comprometiera hace un año largo a impulsar para Melilla lo que meses antes ya se había rubricado con Ceuta.
Del mismo modo que no se comprende la postura partidista de la administración socialista de la Junta de Andalucía, no es de recibo que Juan José Imbroda se permita decir como primera autoridad local lo que bien puede permitirse desde su cargo de presidente del PP melillense, pero no así desde su responsabilidad institucional.
Como él mismo dijo ayer en su discurso, las formas y los gestos cuentan y mucho en Democracia, y no es preciso dar motivos al contrincante electoral a costa de una opinión admisible en un dirigente de partido pero no en un cargo institucional.
Lo anterior tendrá su efecto en nuestra enrarecida política, tan dada a coger el rábano por las hojas si hace falta para sacar punta a todo lo que sirva en contra del adversario político. Aún así, no dejará de ser pasto de comentario sin más efecto, salvo que al presidente de la Junta andaluza le suenen a reto las palabras de Imbroda y quiera lanzarle el órdago para que ver si realmente se niega a firmar lo que los propios socialistas andaluces nos llevan negando desde hace ya casi dos años.
Como digo, politiqueo sin más frente a una realidad que podría ser de indudable interés para Melilla y Andalucía, si como se propone en el acuerdo firmado ayer por Arenas e Imbroda se lograra una cooperación que contribuyera a sumar esfuerzos y recursos en pro de objetivos comunes.
Siempre he dicho que el peor enemigo de Melilla es su aislamiento y que nuestra necesidad de mantener contactos, de darnos a conocer, de proyectarnos y buscar aliados es doble y mayor que la de cualquier otro territorio español por nuestra mayor lejanía del resto del territorio nacional y nuestra necesidad mayor también de vencer el desconocimiento y la ignorancia que ello reporta respecto de nuestra tierra.
La presencia ayer del comité ejecutivo del PP en Melilla tiene por ello un gran valor y contribuye a estrechar lazos con una comunidad próxima a la que podríamos haber pertenecido de una manera natural si hace treinta años los intereses partidistas no se hubieran antepuesto a los de los propios territorios de Andalucía, Melilla y Ceuta, e incluso a los nacionales si me apuran.
Como no podemos jugar a la ucronía, porque lo que pasó ya no se puede remediar, no cabe duda que en esa otra opción de fomentar la cooperación y la proximidad entre Melilla y Andalucía radica una alternativa válida para enmendar lo malo del pasado y sacar mayor provecho a lo bueno del presente.
Ayer, Arenas, como siempre en lo tocante a nuestra tierra, estuvo afectuoso y cariñoso con los melillenses. Durante su etapa de ministro del Gobierno de Aznar hizo valer que sus vínculos con Melilla son muchos y que su especial relación con nuestra tierra tiene mucho de convicción y sincero compromiso.
La reacción del PSOE ante la presencia en Melilla del comité ejecutivo del PP-A resulta incomprensible. Demostrativa de la negatividad con que los socialistas enfocan su forma de hacer política. Mejor les valdría a Dionisio Muñoz y a sus socios de CpM que dijeran qué les parece la subvención que el Gobierno Zapatero va a otorgar a una asociación marroquí especialmente activa en la reclamación de la soberanía de nuestras dos ciudades norteafricanas. Su silencio es ilustrativo de su falta de capacidad para defender nuestros intereses. Y como dice el refrán, “el que calla, otorga”.

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