Demasiado joven para componer poesías y hacerlo con calidad y promiscuidad. Es José María García –no el de la radio, no– Linares y es de Melilla aunque hoy por hoy curra en Canarias impartiendo Magisterio –Lengua Española y Literatura– y ha presentado hace nada su tercer poemario, de nombre ‘Neverland’.
El poeta recurre al ‘País de Nunca Jamás’ de Peter Pan para meter en la misma coctelera historias personales y ensoñaciones poéticas sobre situaciones reales y lo hace con elegancia y rigor literario. La vida le va bien aunque es sumamente crítico con la actualidad de la Educación y el sistema educativo: “A veces creo que no me dedico a enseñar sino a vigilar a chavales para que no se escapen del instituto; hay que cambiar el sistema”.
Debe ser triste tener vocación y no poder ejercerla. La semana laboral es dura pero García Linares sabe salir del aula y desconectar para firmar una vida dedicada a lo suyo y orientada por la brújula de las letras y el culto a los vocablos bien enjaezados. No es el único poeta en casa porque su hermana Rocío también compone.
Celebra a mandíbula batiente sus dos primeros años como columnista de ‘Melilla Hoy’. Todos los lunes, salvo vacaciones, comparece en la página tres para opinar de lo divino y de lo humano relacionando historias con opiniones personales y lo hace de tal manera que la lectura se convierte en obligatoria e imprescindible. “Surgió de una conversación en el Club Marítimo y, ya ves, he cumplido dos años”.
No es fácil escribir con periodicidad y hacerlo con donosura literaria, pero sí que resulta fácil comprender que ese trabajo no es rosa de pitiminí, sino el resultado de una buena elaboración y mejor comprobación de lo escrito. Sí, porque a veces, cree uno que ha hecho una faena de dos orejas –literarias– y, al final, lo redactado no da ni para vuelta al ruedo.
El accésit del Premio Internacional ‘Ciudad de Melilla’ por su obra ‘Muros’ es muy ‘accesible’ por cuanto valora su brillante faceta literaria pero cree y se acerca al ser humano. ‘Muros’ está inspirada en la valla fronteriza. José María no quiere comprender por qué “a centímetros de la valla se come y a otros pocos centímetros, no”.
Ese muro, la valla, no es como el de Berlín. En Melilla se puede ver lo que ocurre al otro lado: la pobreza, el hambre o la desintegración social.
Pero hay otros muros. Acuerda García Linares que hay muros del corazón, los que se levantan para no tratar de luchar contra la injusticia y las discriminaciones. Éstos son tan personales como voluntarios.
José María García Linares está muy contento aunque durante su última parada en Málaga encontró cerrada la ‘Casa de Guardia’, templo del buen vino costasoleño recomendado, en su tiempo, por su padre, don Antonio García Castillo gran doctor en Medicina y mejor ser humano. Pero está contento el poeta porque se asomó al escaparate de una librería y había ejemplares de ‘Neverland’.
Pensamos que el futuro literario de este melillense que, balbuceando en la escritura ya recoge laureles, es impensable por su previsible magnitud. Con su estilizada pluma es capaz de lo mejor y, además, no duda a la hora de presumir de gentilicio. Un señor.
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