Categorías: Sucesos y Seguridad

El colectivo de residentes tunecinos del CETI podría sumarse a las protestas de los congoleños

Prodein advierte de que su paciencia comienza a agotarse después de un año de permanencia en el centro. Los inmigrantes de la República Democrática del Congo  que protestan frente a Delegación demandan una reunión para solucionar su situación.

La protesta de los treinta inmigrantes de la República Democrática del Congo que demandan su traslado a la península podría ser la punta del iceberg de un problema mucho más profundo.
En la jornada de ayer, el máximo dirigente de la asociación humanitaria Prodein, José Palazón, señaló a El Faro que hay otros colectivos en el Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de la ciudad que se encuentran en una situación similar: El de tunecinos.
Según detalló Palazón, en el centro hay diez personas de esta nacionalidad que llevan en la ciudad autónoma un año aproximadamente sin que se les de una solución para llegar a la península o volver a su país de origen.
Al igual que ocurre con los inmigrantes congoleños, el problema reside en que la situación política de su país complica los contactos con la embajada, de la que depende la identificación de sus ciudadanos y la firma de protocolos de actuación para solventar su situación de manera fluida.
Según explicó el máximo dirigente de Prodein, los colectivos que más problemas están teniendo para abandonar la ciudad son los congoleños y los tunecinos.
Los traslados de otros inmigrantes de origen subsahariano, como nigerianos y cameruneses, se ha intensificado en las últimas semanas. Por otro lado, la salida de los que proceden de países del Magreb, especialmente los argelinos, es “casi automática”, siendo la mayor parte repatriados.
Para tunecinos y congoleños, que el resto de colectivos del CETI estén abandonado la ciudad a buen ritmo supone una especie de agravio comparativo, lo que ha encendido los ánimos entre estos inmigrantes.
Los más afectados son los de la República Democrática del Congo, ya que algunos llevan cerca de tres años en Melilla. Además, en las últimas semanas han salido otros inmigrantes subsaharianos que sumaban un tiempo de permanencia similar y que aún no habían sido trasladados por algún matiz particular en su caso. Sin embargo, este hecho no ha sentado bien a los congoleños, que ven cómo siguen acumulando días de estancia en el CETI.

Objetivo: La Península

Los treinta inmigrantes congoleños que el pasado lunes iniciaron una protesta pacífica frente a la Delegación del Gobierno reclaman que alguien les reciba para tratar su problema y darle una salida a su situación. Su objetivo no es otro que ser conducidos a la península.
El primer día de protesta, los portavoces del grupo apuntaban a la posibilidad de llevar a cabo una sentada permanente hasta que pudieran hablar con alguien de la Delegación del Gobierno. Esta idea se hizo efectiva el mismo día, pues muchos de ellos, quince aproximadamente, decidieron pasar la noche al raso, en la Plaza de España. El resto se les sumó ayer por la mañana.
“Aquí nos quedaremos hasta que alguien venga a hablar con nosotros”, señaló el portavoz del grupo a este periódico, al tiempo que reiteró que el sentir de todo el colectivo es de pura impotencia. “Lo que queremos es trabajar para mandar dinero a nuestras familias”, insistió.
Otros elementos han venido a agravar el estado psicológico en el que se encuentran estos inmigrantes, como que se esté haciendo cumplir con mayor dureza la normativa municipal que impide limpiar vehículos en la vía pública, una de las prácticas más habituales entre los inmigrantes del CETI para ganar algo de dinero con el que comprar comida y ropa, principalmente.
Algunos de los integrantes del colectivo de congoleños aseguran que harán una huelga de hambre ante la Delegación del Gobierno si con ello consiguen llamar la atención de su máximo responsable, Abdelmalik El Barkani, para que tenga una reunión con ellos.

Sin contacto con la embajada

El principal escollo con el que se enfrentan los congoleños para cumplir su objetivo es que la situación de violencia e inestabilidad política que azota a su país complica los contactos con su embajada, de quien depende su identificación y las negociaciones, en nombre de su Gobierno, para ofrecerle a sus ciudadanos una solución, bien sea ésta su regularización en España o su repatriación.
“Lo único que podemos hacer es esperar”, señaló lacónico el portavoz del colectivo, quien insistió en que Melilla se ha convertido en una cárcel para los congoleños.
“No podemos trabajar, ni ganar dinero, ni salir de la ciudad. Lo único que nos permiten es dormir y comer en el CETI y pasear por la ciudad. Algunos llevamos así tres años y no podemos más. Necesitamos ir a la península para mandar alguna ayuda económica a nuestras familias”, concluyó.

La Ciudad recuerda la prohibición de limpiar vehículos en plena calle.

La Consejería de Seguridad Ciudadana ha puesto en marcha una campaña para recordar a los conductores melillenses que limpiar vehículos en plena vía pública está prohibido por las ordenanzas municipales.
Así, al área que dirige Javier Calderón, ha puesto en práctica una medida consistente en el reparto de tarjetas entre los coches estacionados en la Avenida Juan Carlos I, la Plaza de España y calles aledañas.
Los inmigrantes han notado que cada vez reciben menos encargos de los ciudadanos para limpiar sus vehículos, ya que esta es una de sus prácticas más habituales para ganar algo de dinero.
La ONG Prodein ya señaló a El Faro que el endurecimiento para erradicar esta actividad había sentado mal a los inmigrantes del CETI. En la jornada de ayer, fue la propia Consejería de Seguridad Ciudadana la que confirmó a este periódico que tienen intención de concienciar a los melillenses sobre este tema.

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