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El CETI en todo su ‘esplendor’

Una delegación de Izquierda Plural encabezada por los eurodiputados Marina Albiol y Ernest Urtasum visita hoy Melilla.

En su agenda, como en la de cualquier otro político de los muchos que han viajado hasta nuestra ciudad desde que se registra la alta presión migratoria, no faltará la contemplación de la valla fronteriza. Albiol y Urtasum tendrán la oportunidad de ver y fotografiarse en el escenario de los multitudinarios saltos protagonizados por subsaharianos que han hecho habitual la presencia de nuestra ciudad en los telediarios de todo el país.
También podrán contemplar otras escenas que pasan desapercibidas para los medios de comunicación nacionales. Para ello tendrán que acudir al Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes. Allí verán en todo su ‘esplendor’ unas instalaciones previstas para 480 personas y que actualmente ocupan unos 1.350 seres humanos. También podrán imaginar cómo se encontraban ese recinto hace un tiempo, cuando durante varios meses consecutivos superaba con creces los 2.000 residentes.
Quizá algún responsable del CETI les explique que las instalaciones no pueden continuar soportando semejante grado de saturación. En primer lugar, porque supone un riesgo para la seguridad de los inmigrantes si ocurre algún accidente o suceso que en otras circunstancias no tendría mayor repercusión, pero que en esas condiciones puede resultar trágico.
Además, hay que tener en cuenta que esas instalaciones, además de cama y comida, deben ofrecer una serie de servicios a los residentes. Hoy muchas de sus estancias han sido reacondicionadas para alojar inmigrantes y las funciones para las que fueron ideadas han quedado relegadas a un segundo plano o totalmente olvidadas.
También hay que tener en cuenta las condiciones de vida que soportan los inmigrantes en el día a día. Ofrecerles un mínimo de comodidad es cada vez más difícil con ese nivel de ocupación. Sólo hay que ver algunas estancias reconvertidas en dormitorios, donde las literas llegan casi hasta el techo y la intimidad se ha convertido en un lujo inalcanzable.
Y sin embargo, nada de eso es lo más grave. Lo realmente preocupante es que hay entre los residentes personas que son objeto de trata y existen los denominados ‘niños ancla’. En otras circunstancias, esos casos serían detectados y se daría asistencia a las víctimas. Hoy, en cambio, la sobreocupación sólo permite (si hay suerte) detectar los casos y ponerlos en conocimientos de los CIEs o  de las ONGs que se harán cargo de estas personas cuando sean trasladadas a la península con la esperanza de que allí puedan recibir la protección que aquí ya es imposible.
Finalmente, Marina Albiol y Ernest Urtasum tienen intención de reunirse con el delegado del Gobierno, Abdelmalik El Barkani. Sin son recibidos, tal vez puedan saber por qué no hay intención de incrementar los habituales 30 traslados semanales de inmigrantes a centros de la península para descongestionar el CETI y mejorar las condiciones de vida del resto de sus residentes.

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