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El CETI de Melilla cierra el 2011 saturado y casi al doble de su capacidad

La continua llegada de inmigrantes por vía marítima desde el pasado mes de mayo ha impedido cualquier intento para devolver el centro a la normalidad.

El Centro de Estancia Temporal de Inmigrantes (CETI) de Melilla va camino de cerrar el 2011 con una cifra récord de ocupación, ya que actualmente hay 800 personas entre sus muros, pese a que tiene capacidad sólo para 480.
El que está a punto de finalizar ha sido un año caracterizado por el fuerte repunte que ha sufrido la ciudad autónoma en el número de entradas de inmigrantes. Sin embargo, al contrario que en años pasados, cuando los subsaharianos asaltaban masivamente la valla con el fin de pisar suelo español, en esta ocasión la mayor parte de las entradas se ha producido por vía marítima.
Antes de la llegada del verano, en el mes de mayo, comenzaron a llegar de manera esporádica embarcaciones hinchables de juguete al litoral con inmigrantes de origen subsahariano a bordo. El CETI, que por aquel entonces se encontraba dentro de sus límites de ocupación, comenzaba un lento y continuo proceso de saturación que a día de hoy todavía parece no haber concluido.
Ambas administraciones, la local y la central, intentaban llamar a la calma tras las primeras entradas en Melilla. El verano y la llegada del buen tiempo ya se dejaban notar en la ciudad autónoma, por lo que se consideraba que el aumento en el número de llegadas era “normal”, pues otros años también había ocurrido.
Sin embargo, la tónica se repitió semana tras semana, de manera casi diaria, durante todos los meses estivales. La saturación del centro ya era una realidad, ya que, además de las entradas por vía marítima, había un continuo goteo a través de la frontera, que los inmigrantes solían pasar escondidos en vehículos.
Por otro lado, la valla seguía casi en completa calma, ya que sólo un inmigrante había logrado burlar los sistema de vigilancia y saltarla. El resto, unos pocos intentos frustrados.
No obstante, la Delegación del Gobierno continuaba señalando que la situación entraba en la tónica general de cada año y esperaba que tras la llegada de la Operación Feriante la presión migratoria en la frontera se redujera.
Sin embargo, pasado septiembre, la situación pasó a ser, oficialmente, “preocupante”, ya que el número de entradas no se reducía. Ni siquiera la llegada del otoño y el previsible comienzo del mal tiempo hacía desistir a los inmigrantes subsaharianos en su eterna tentativa de entrar en la ciudad.
Para la ONG Prodein, la principal causa se encontraba en que la crisis económica también se estaba dejando notar en el África subsahariana , lo que provocaba un continuo éxodo de inmigrantes hacia las puertas de Europa.
Además, la asociación humanitaria recalcaba que, en otras ocasiones, Marruecos llevaba a los interceptados a Argelia, donde habitualmente los subsaharianos pasaban algún tiempo antes de volver a la frontera a probar suerte.
Sin embargo, la inestabilidad política en Argelia ha provocado que este año apenas se permitiera la entrada de inmigrantes en su territorio, por lo que, conforme eran abandonados en la frontera de este país, volvían a encaminarse a Melilla o Ceuta.
Por otro lado, en el mes de septiembre, la polémica saltaba. El Faro publicaba en sus páginas que, según fuentes de la Policía Nacional, había un agujero en la valla de la frontera, a la altura del puesto de Beni-Enzar. La delegación del Gobierno guardó silencio sobre lo ocurrido, sin embargo, tres meses después, su máximo dirigente, Antonio María Claret, admitía la existencia de dicho agujero.
Polémica y sin explicación fue también la aparición en Melilla de 24 inmigrantes subsaharianos cerca del CETI sin que se conociera cómo habían logrado entrar en la ciudad. Del mismo modo, Delegación guardó silencio.
Por su parte, El Faro consultó a fuentes de la Policía Nacional que apuntaron que el dispositivo utilizado para detectar a personas ocultas en los vehículos que se empleaba en el puesto de Beni-Enzar llevaba algún tiempo fuera de servicio, por lo que apuntaban a la posibilidad de que hubieran podido llegar ocultos en un camión.
A día de hoy, la situación no ha mejorado y no tiene visos de hacerlo, según Prodein. Las entradas siguen produciéndose, aunque de manera menos frecuente que en verano, lo que ha impedido que el CETI pueda normalizarse.
Por su parte, la Delegación del Gobierno comenzó hace tres meses a acelerar los traslados de inmigrantes a la península para rebajar los niveles de ocupación del centro.
No obstante, las continuas entradas, han impedido que pueda conseguirse dicho objetivo.
Tanto Prodein como la Delegación del Gobierno han señalado que en Marruecos hay cientos de inmigrantes subsaharianos esperando una oportunidad para llegar a Melilla. Así pues, parece que en el 2012 la presión migratoria sobre la frontera de Melilla, no mejorará.
Además, pese a la llegada del mal tiempo y a los continuos temporales de viento de las últimas semanas, se han seguido produciendo llegadas por vía marítima, e incluso intentos a nado, según Prodein.
En definitiva, todo apunta a que la situación no mejorará durante el año que viene. La asociación humanitaria señaló ayer a El Faro que las entradas serán continuas mientras la situación económica mundial no mejore, pues “afecta con especial virulencia a los países económicamente más débiles”.

Los trabajadores del centro consultados ayer por El Faro señalaron que actualmente no se están produciendo incidentes entre los residentes. No obstante, el año ha estado cargado de tensión en el CETI a causa de los altos niveles de población.
El pasado mes de abril saltaban todas las alarmas. En la madrugada del día 16, comenzaba un multitudinario enfrentamiento en el centro entre inmigrantes argelinos y subsaharianos, según señaló la Delegación del Gobierno. La pelea llegó a requerir la intervención de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado.
Los días siguientes estuvieron cargados de tensión, según los propios trabajadores, pero no volvieron a producirse altercados de tal magnitud. Algunos de los empleados llegaron a afirmar que se había trasladado a los cabecillas del enfrentamiento a Centros de Internamiento de Extranjeros (CIE) de la península.

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