Categorías: Sociedad

El Cautivo de Melilla: Un ejemplo de fe sin distinciones de raza, sexo ni estatus social

Tres cofradías procesionaron este Jueves Santo en Melilla, una ciudad donde la Semana Santa integra a todo aquel que quiera participar en esta celebración cristiana, sin importar su origen, su raza, su sexo o su estatus social.

Una de esas cofradías que salieron ayer a la calles de Melilla es la de Nuestro Padre Jesús Cautivo de Medinaceli y María Santísima del Rocío,  testigo de ese modelo de integración y convivencia que es Melilla, donde todo el mundo puede participar y el único requisito para ello es uno: la fe.
La cofradía del Cautivo y del Rocío, como se la conoce en la ciudad autónoma, se ha caracterizado siempre por su apertura a la sociedad, por su enfoque innovador, abierto y solidario.
Fue la primera que en Melilla permitió a las mujeres llevar uno de sus tronos, el de la Virgen del Rocío, al igual que no tuvo reparos en incorporar entre sus portadores y penitentes a inmigrantes del Centro de Estancia Temporal (CETI).
Lo hicieron por primera vez en 2009, aunque ni el año pasado ni éste han procesionado debido a que cada vez son menos los inmigrantes del CETI que practican la religión católica y, los que lo hacen, no han expresado su deseo de participar.
Los que sí lo hacen este año, al igual que los otros dos anteriores, son un grupo de reclusos del centro penitenciario de Melilla, quienes quieren devolver al Cautivo la intercesión que hace para que uno de ellos pueda ser liberado, coincidiendo con la estación de penitencia de la cofradía.
Son en total 21 internos de la cárcel, seis de los cuales ya están en libertad condicional, mientras que los quince restantes, una vez terminen la procesión, tendrán que regresar al centro penitenciario.
Algunos de ellos portan las imágenes del Cautivo y del Rocío con el rostro cubierto con un capirote, buscando mantener su anonimato, mientras que otros se mezclan con el resto de portadores, sin que nadie pueda advertir quiénes son.
La mayoría pertenece al módulo de respeto, pero hay también cinco presos preventivos y dos que se encuentran cumpliendo ya su pena.
Junto a ellos, siguiendo sus pasos, funcionarios de la prisión, que tienen la tarea de custodiar a estos reclusos y que, una vez que termine la procesión, tras doce horas de recorrido, se encargarán de que todos ellos vuelvan a la cárcel.
La vida de estos presos volverá a ser la de siempre, eso sí, con la satisfacción de haber dejado atrás esos muros unas horas para poder integrarse con el resto de ciudadanos.
Quien no volverá a la cárcel será el decimocuarto preso liberado por el Cautivo, una tradición que se perdió a mediados del siglo pasado, pero que se retomó en 2001.
En esta ocasión, será una mujer la que, por la intercesión del Cautivo, adelante su tercer grado y su libertad condicional.
Hasta el momento, desde 2001, el Cautivo ha liberado a trece presos, once hombres y dos mujeres, de los que más de la mitad de ellos confesaban la fe musulmana.
Mujeres, hombres, niños, inmigrantes o reclusos, musulmanes o hindúes. Todos los componentes de la sociedad plural melillense se dejan ver por las calles de Melilla para participar de alguna manera en la Semana Santa.
Unos adquieren un papel más activo, participando desde dentro, otros, se paran a contemplar unas imágenes y todo lo que rodea a cualquier procesión de estas características, donde los tambores y las cornetas son el sonido, y el incienso es el olor de la jornada.

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