Juan Belver habla con El Faro sobre la sentencia del Supremo que le absuelve tras la querella presentada por el ex consejero Francisco Suárez. “Lo que hicimos fue correcto”.
–Tras conocer la sentencia del Tribunal Supremo que le absuelve, ¿cree que se ha hecho justicia?
–Por una parte, siento lógicamente una gran satisfacción. Pero después de todo lo que ha ocurrido, del proceso que nos ha llevado más de 10 años, siempre me he sentido muy indignado y al conocer el contenido de la sentencia del Supremo me siento más indignado.
–¿Por qué?
–Porque el Tribunal Supremo, un tribunal de élite, ha venido a corroborar todo aquello que decíamos e hicimos nosotros. Tenernos 10 años así, con incertidumbre, pero con la mente muy tranquila porque habíamos actuado, en nuestra opinión, correctamente.
–Precisamente, el Supremo indica que el problema de las escuchas no es achacable a los policías sino al juez instructor que, quizá, no motivó lo suficiente las autorizaciones de esas escuchas. Supongo que es este punto el que comenta que corrobora que ustedes actuaron correctamente.
–Efectivamente. Nosotros iniciamos una investigación sobre tráfico de drogas en la que a los pocos meses aparece la figura de Francisco Suárez, del que ya teníamos indicios y le ubicábamos dentro del entorno de Mohamed Halifa. Empezamos a ver qué relación tenían entre ambos. Comprobamos, como refleja en la sentencia del Supremo, que Suárez aparecía como el administrador de una empresa propiedad de Halifa. Lo que empezó como una investigación de un supuesto tráfico de drogas, en un año, apareció un presunto blanqueo de capitales y la figura de Francisco Suárez.
Nosotros le pedimos al juez instructor la intervención de un teléfono que nos facilita la Guardia Civil, que también estaba investigando el tema, que nos dice que pertenece a Halifa. El jefe de la Guardia Civil me dice: “Juan, hemos conocido que Mohamed Halifa está utilizando este otro teléfono”.
Entonces, sabiendo que esos días se estaba preparando una operación de envío de droga a la península, le informo al juez y le solicito la intervención del teléfono. A los dos días, después de la autorización del juez, nos damos cuenta de que quien utilizaba ese teléfono no era Mohamed Halifa sino otra persona. Comprobamos que es Francisco Suárez y a los tres días de tener la autorización judicial vamos al juez y le comunicamos que el teléfono pertenece a Suárez, quien a su vez está siendo investigado en concepto embrionario por su presunta vinculación con Mohamed Halifa y pudiera ser supuestamente la persona que le blanquea el dinero. Tal y como refleja en la sentencia del Supremo.
Nosotros motivamos todas las solicitudes y continuamos la investigación hasta 2002, cuando el juez instructor ordena una serie de detenciones y el ingreso en prisión de algunas de esas personas, entre ellas, Francisco Suárez.
–¿Las intervenciones telefónicas eran imprescindibles en la investigación?
–Sí.
–El abogado de Suárez dijo a El Faro que el Supremo no niega que la actuación policial llevada a cabo contra de su cliente fuera “errónea y gratuita”, en cuanto a la imputación, detención e ingreso en prisión. ¿Cree que fue así las medidas adoptadas contra Suárez?
–Nosotros no tenemos potestad para meter una persona en la cárcel. Nosotros con nuestras pruebas vamos al juez instructor, que es el que llevaba el ‘caso Novolujo’. Es el juez el que determina, en base a las pruebas que se le presentan, su ingreso en prisión. La Policía no tienen nada que ver ahí. La única potestad de la Policía es investigar y ponerlo a disposición del juez. Yo no puedo decir si fue justo o injusto. El control judicial lo lleva el juzgado de instrucción, el que tiene que valorar las pruebas de la Policía y determinar qué va a hacer con esa persona. Nosotros teníamos pruebas que indicaban que presuntamente estaba implicado.
–Diez años después, ¿sigue pensando que la actuación policial fue correcta?
–La sentencia del Supremo me confirma que lo que hicimos no estaba mal hecho.
–¿Ha sentido que fue el cabeza de turco? ¿Qué sintió al conocer la sentencia condenatoria?
–Sí, lo fui. Lógicamente la sentencia fue un gran palo para mí. Menos mal que soy una persona fuerte. Además, teníamos base para el recurso y mi abogado hizo un gran trabajo. Nos ayudó el abogado del Estado, que estaba con nosotros, y empezamos a construir el recurso con todo lo que se había hecho mal en la Audiencia Provincial.
No era muy difícil. Había tres cosas muy claras: La presunción de inocencia que no había contemplado la Audiencia Provincial, el control judicial que no lo tenía que llevar yo sino el juez, que el teléfono intervenido estaba autorizado legalmente y que el delito de tráfico de drogas era conexo al de blanqueo de capitales.
–De hecho, el Supremo le absuelve únicamente razonando el primer motivo, el de la presunción de inocencia...
–El Supremo al verlo, ya no mira más. La presunción de inocencia es una garantía constitucional fundamental en una persona. Nadie puede ser condenado si no se han realizado pruebas objetivas. El abogado de Suárez, el señor Alabarce, decía también que le hubiera gustado que su cliente hubiera gozado de esa presunción de inocencia que el Supremo me ha aplicado a mí. El señor Alabarce debería saber, que la presunción de inocencia no se aplica para las personas que han sido detenidas e ingresadas en prisión sino para aquellas personas que se han sentado en un banquillo, es decir, acusadas y condenadas.
–Después de lo que ocurrió con el ‘caso Novolujo’ y la sentencia de la Audiencia Provincial de 2004 que anuló todo, ¿cómo afrontó la Policía Nacional las investigaciones sobre tráfico de drogas?
–En un principio, estábamos un poco desconcertados porque si un asunto que llevábamos encauzado la Audiencia lo anula, evidentemente se podía cuestionar si había que hacerlo de forma diferente. Nosotros seguimos igual. Nuestras investigaciones las ponemos en conocimiento de la autoridad judicial y le decimos lo que tenemos.
La sentencia de la Audiencia Provincial marcó un poquito el recelo por parte de los profesionales de las investigaciones, claro. Sobretodo, para mí, lo increíble es que la Audiencia Provincial no supiera, como ha dicho el Supremo ahora, que el delito de tráfico de drogas y el de blanqueo de capitales están asociados, uno es el instrumento del otro.
La sentencia del Supremo reconforta un poquito a los investigadores a seguir por el camino que hay que seguir: Investigar e informar a la autoridad judicial. El control judicial es del juez, no nuestro.
–¿Pero ha cambiado algo la forma de trabajar en estas investigaciones?
–No, al menos, el tiempo que yo estuve. Desde mi experiencia, en todos los años que llevo de profesión, ningún jefe superior que estaba por encima de mí, se ha inmiscuido ni me ha aconsejado ni me ha dicho nada para que yo lleve la investigación de una forma o de otra. Nunca. No. Ellos sabían lo que hacía yo y la gente que trabajaba conmigo y nunca se han inmiscuido.
“No echo de menos la Policía. Disfruto de la vida”
Tras casi 40 años de servicio en el Cuerpo Nacional de Policía, Juan Belver, se prejubiló como inspector jefe para “disfrutar de la vida”. Hace cuatro años que se dedica a practicar deporte, en diferentes disciplinas, y sobre todo a aprovechar el tiempo con su familia y amigos. “Me prejubilé porque me había implicado mucho en investigaciones en Melilla. Yo he sido una persona objeto de acciones violentas por parte de presuntos delincuentes o personas que estaban siendo investigadas. Me han quemado el coche dos veces, me han tirado una especie de coctel en la puerta de mi casa. Me prejubilé porque pensaba que ya había dado mucho a la Policía”, afirma. “Ahora me toca disfrutar de las cosas de las que me había privado antes. El ‘caso Novolujo’ y lo que vino después no flaqueó mi espíritu ni mi ilusión porque soy una persona mentalmente muy fuerte. Yo sabía que tenía y tengo la conciencia muy limpia”, comenta. “Ahora disfruto mucho. Soy una persona muy activa, me gusta mucho el deporte, el tenis, nadar, el atletismo. Me gusta la música, viajar y pasar tiempo con mis dos hijos y dos nietos y los amigos. Me gusta disfrutar de la vida, por eso me fui de la Policía, para disfrutar. No lo echo de menos, en absoluto. Tengo incluso menos tiempo libre que antes”.
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