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El camaleón, el reptil que subió a los árboles

El curioso aspecto del camaleón común (Chamaeleo chamaeleon) responde a un proceso evolutivo tan singular que lo ha convertido en una rareza entre los vertebrados. Cualquiera de sus características y hábitos son destacables por sí mismos, y hacen del camaleón uno de los reptiles más especializados.

Su biotopo preferido es el estrato arbustivo del monte mediterráneo, en el que caza insectos de todo tipo. Tiene los dedos dispuestos en parejas opuestas, de forma que se adaptan perfectamente a las ramas por las que se desplaza, y sus uñas son largas y finas, para asegurar la sujeción.

Por si esto no fuera suficiente, su cola es prensil, y suele usarla en sus desplazamientos ligándola a las ramas para afianzarse; cuando no la usa la mantiene enrollada de una forma muy característica.

Su cuerpo es estrecho, para que el follaje no le suponga un obstáculo, y el color y los dibujos de su piel lo hacen casi invisible entre las ramas y hojas.

Cuando divisa una presa se mueve con un curioso vaivén, hacia adelante y hacia atrás, que simula el movimiento de una rama mecida por el viento, lo que despista tanto a su presa como a sus posibles enemigos.

Su visión es quizás la adaptación más curiosa del camaleón, pues sus ojos, embutidos en unos párpados con forma de cono que sobresalen de la cabeza, pueden moverse independientemente uno de otro, de manera que el camaleón puede observar dos puntos diferentes a la vez. De esta forma, el camaleón puede estar perfectamente mirando con un ojo hacia su presa mientras con el otro vigila a sus posibles predadores.

Por último, la lengua del camaleón supera la longitud de su cuerpo, y éste la dispara con certera puntería hacia su presa, atrapándola gracias a su viscosidad sin casi dar tiempo al insecto a saber qué le ha ocurrido.

Los cambios de color, el truco definitivo

Entre sus cualidades aún hay una que es quizás la más conocida, la facultad de cambiar de color. No es el único reptil que puede hacerlo, pero en el camaleón esta cualidad es muy notable, pudiendo pasar de tonalidades muy oscuras a claras o a la inversa en pocos segundos.

El camaleón cambia de color para camuflarse entre la vegetación, pero también lo hace para mostrar cambios de estado de ánimo a sus congéneres, como enfado o sumisión. También cambia de color cuando se siente amenazado o cuando se encuentra con un ejemplar de sexo contrario.

Los machos lucen unos tonos más vivos cuando están en celo, para atraer a las hembras, y éstas también adornan su cuerpo con un patrón cromático muy llamativo, basado en puntos de colores sobre fondo oscuro, cuando ya están grávidas, para indicarles a los machos que dejen de molestarlas.

Hembra grávida, con su característica librea. Foto: Manuel Tapia.

Mascotas y protección legal

Su lentitud es una adaptación a la vida entre las ramas de los árboles, pero sumada a su curioso aspecto ha hecho del camaleón un animal muy codiciado como mascota. El hecho de que no soporte la cautividad y termine muriendo en poco tiempo no ha sido óbice para dejar de ser perseguido para tal fin.

Sólo el estar estrictamente protegido por la ley ha acabado con el triste espectáculo de la venta de estos animales en los mercados callejeros de Melilla, aunque aún es fácil verlos en los zocos y mercados cercanos a la ciudad, como el del Barrio Chino.

Cuando aún se podía pasar por ese puesto fronterizo, el del Barrio Chino, para comprar en los puestos del mercado, una de las tareas más comunes de los agentes que controlaban el paso de personas y mercancías era evitar que los inconscientes que compraban estos animales consiguieran pasarlos a Melilla.

También ha disminuido de forma notable el paso ilegal de estos animales hacia la península, aunque se siguen incautando ejemplares de forma esporádica en la aduana, lo que indica que esta práctica sigue en vigor, por desgracia.

Camaleón macho en celo. Foto: Manuel Tapia.

Presencia en Melilla y su entorno

Sin embargo, la captura de estos animales para servir de mascotas no es su principal amenaza, sino la pérdida de su hábitat. La desaparición de los retamares costeros, por ejemplo, suponen un duro golpe para la supervivencia de esta especie, pues son los ecosistemas preferidos por los camaleones, y donde mayor población de ellos se concentra. La pérdida de hábitat es el principal motivo por el que la legislación española ha tenido que decretar medidas de protección específicas para esta especie.

Hace algunas décadas, cuando Melilla gozaba aún de un entorno rural apreciable, los camaleones abundaban en la ciudad. Hoy en día es más difícil hallar algún ejemplar, aunque siguen apareciendo de vez en cuando en jardines particulares de la periferia. Los retamares litorales de Taxdirt y Kariat siguen siendo un lugar ideal para observarlos, sobre todo en primavera y comienzos del verano, cuando abandonan la seguridad de sus arbustos para buscar pareja o desplazarse por la arena en busca de un lugar idóneo para excavar sus nidos.

 

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