Estamos en pleno verano, no sorprende que el calor apriete, pero aún así se hace insufrible en el meridiano del día, cuando a pleno sol se debe caminar por la calle.
Normalmente a ritmo de tareas y a veces llevando carga a cuesta, como la señora de la foto, que ni corta ni perezosa decidió convertir una caja de cartón en un singular sombrero, poco estético desde luego pero práctico. Y es como dice nuestro sabio refrán pero, para la ocasión, tornando del revés el ingenio que aportó al mismo la gran frase de Quevedo: “Ande yo fresquito, ríase la gente”. Y jijiji y jajaja, que contra el calor todo vale, siempre y cuando con ello no se haga daño a nadie.
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