Categorías: Editorial

El barco de Melilla

PELIGRA la continuidad del servicio que presta el barco que une Motril con el puerto granadino de Melilla. Las autoridades políticas del enclave andaluz lo vienen denunciando a lo largo de las últimas semanas, casi desde el mismo momento que empezaba a materializarse el contenido del nuevo contrato de navegación marítima. Su preocupación es lógica si finalmente se cumplen los peores augurios. Si Armas u otra compañía no continúa en lazando Motril con Melilla, la millonaria inversión para dar servicio al pasaje habrá caído en saco roto. Además, se verá mermada la actividad de ese puerto andaluz. Y también repercutirá de manera negativa en la actividad económica del municipio.
Las autoridades de Motril tienen bastantes motivos para estar preocupadas, pero no ha explicado aún por qué esos problemas deben ser resueltos desde Melilla. Aquí, en nuestra ciudad, las preocupaciones son otras. Uno de los mayores quebraderos de cabeza es cómo mejorar el transporte con la península, cómo garantizar unos precios asequibles para la mayoría de los melillenses, cómo eliminar cualquier sombra de duda que pueda surgir sobre la continuidad de las bonificaciones, cómo hacer cada vez más cómodos los desplazamientos, cómo ajustar los horarios a las necesidades de nuestros ciudadanos. En definitiva, el barco en Melilla se ve como una necesidad vital que sólo podemos defender desde nuestro propio interés. En el pasado éste ha coincidido y coincide en el presente con el de los motrileños y, tal vez, también lo haga en el futuro. Pero si no es así, no tiene sentido que una autonomía con la potencialidad de Andalucía reclame a una ciudad con las limitaciones de Melilla que salga en defensa de los intereses de uno de sus múltiple enclaves costeros. La preocupación de las autoridades de nuestra ciudad sólo pueden ser por sus propios habitantes, porque sus limitaciones presupuestarias no le permite mirar más allá. Ya es considerable el esfuerzo presupuestario local para mejorar el servicio como para que aún se exija a los melillenses un mayor sacrificio en defensa de los intereses de Motril.
Melilla sólo tiene capacidad económica para mirar los enlaces por mar y aire con la península desde sus propios intereses. Proponer o exigir otra cosa sería tan absurdo como injusto, además de ilegal. ¿Qué argumento podría exponer Melilla al enclave que en el futuro viniera tras Motril para negarle las mismas ayudas que éste reclama hoy? ¿Qué puerto de la península no querría estar incluido en el contrato de navegación marítima para enlazar con Melilla?
El error de las autoridades motrileñas está en pensar que pueden tener derecho a unas ayudas semejantes a las que reciben las líneas con Málaga o Almería. No quieren entender que ese dinero no es para favorecer a los malagueños o almerienses, sino para compensar el desequilibrio de los ciudadanos melillenses con el resto de españoles.

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