Un nuevo caso de inmigración irregular volvió a registrarse ayer en tierras melillenses, y en esta ocasión en su aspecto más dramático, la muerte de un bebe de unos ochos meses que fallecía supuestamente ahogado en la zona de Trápana, donde la embarcación en la que viajaba con su madre y otras doce personas zozobraba. Evitar la muerte no está en manos de nadie, pero impedir que grupos de subsaharianos se jueguen la vida un día sí y otro también para tratar de alcanzar bien las costas bien el territorio español sí puede lograrse o al menos, intentarse.
Para ello solo hay que cercar a esas mafias que juegan con los sueños y la necesidad de todas estas personas e impedir que sigan haciéndolo tan libremente como parece que lo realizan hasta la fecha. La tarea, desde luego, no es fácil. Siempre habrá desalmados que busquen cualquier artimaña para aprovecharse de la desesperación de estos inmigrantes que solo aspiran a una vida mejor.
Sin embargo, si las autoridades competentes en la materia se empeñan en desbaratar estos deleznables ‘negocios’, quizá también se pueda evitar tener que informar sobre muertes de bebes que intentan junto a sus madres alcanzar las costas españolas en pateras.
Acabar con ellos quizá sea una utopía, pero reducir al mínimo su posibilidad de seguir desarrollando tan libremente sus ‘negocios’ es tarea de todos.
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