Apuramos las últimas horas de este 2022 que ha sido un año difícil en casi todas partes del mundo porque cuando creíamos que salíamos del coronavirus y volvíamos a la nueva normalidad, Putin desató la guerra en Ucrania y el conflicto armado disparó los precios del combustible y estos, a su vez, arrastraron consigo los de los alimentos. Y a partir de ahí, la inflación batió todos los récords desde hace casi cuarenta años y se comió de un bocado los ahorros y la capacidad de ahorro de las familias.
Se han tomado muchas medidas para contener el alza de los precios, pero una de ellas, la subida de los tipos de interés por parte del Banco Central Europeo, ha encarecido la mayor parte de las hipotecas de nuestro país. Estamos al límite y a punto de celebrar una de las Nocheviejas más caras que se recuerdan en España.
La guerra no solo mata sino que nos empobrece a todos. En este caso, la de Putin ha traído como consecuencia una migración masiva de ucranianos en Europa, pero también de cubanos, venezolanos y peruanos en América. La situación ha sido francamente difícil también en África con un Sahel que sigue siendo el avispero continental, al margen de la inestabilidad silenciada de Yemen, Siria o Sudán.
Lamentablemente, Melilla ha sido escenario este año que se nos acaba de una tragedia sin punto de comparación en la historia de la valla. Nunca antes habíamos sido testigos de una masacre que se ha llevado por delante la vida de al menos 23 jóvenes; que ha dejado 60 encarcelados y unos 70 desaparecidos en Marruecos.
Aunque todo ha pasado del otro lado de la alambrada, las noticias se han escrito con v de valla y con M de Melilla. Sobre nuestros hombros pesa una catástrofe que nadie quería y que tal y como está la presión migratoria en estos momentos no podemos garantizar que no se repita.
Por eso, para el próximo año, los melillenses vamos a pedir mucha paz; sosiego y vamos a abrir nuestras puertas para que el mundo vea cómo hemos conseguido en esta ciudad cotas de convivencia difíciles de replicar en otros puntos del planeta.
Melilla cierra un año difícil, pero con la cabeza en alto. Hemos aguantado la presión y la hostilidad del Gobierno de Marruecos, hemos vuelto a cruzar la frontera y si se cumplen las previsiones, en este mes de enero que comienza reabrirá por fin la aduana comercial que tanto necesitan nuestras empresas.
Lo mejor está por venir. Pero para que así sea, hay que confiar en que todo tiempo futuro será mejor. Entramos de lleno en un año electoral y tenemos que confiar en que los melillenses elegirán lo que es mejor para Melilla y para España. Solo nosotros podemos escribir nuestra historia.