La escritora María Paz Ruiz Gil analiza en ‘El Faro’ cuáles son las principales características del relato corto ‘La hija del Caribe’ que le valió el primer premio del certamen Encarna León 2011.
María Paz Ruiz Gil nació en Bogotá en 1978, aunque actualmente vive en Madrid. Esta mujer fue la ganadora del premio Encarna León de este año con la obra ‘La hija del Caribe’. Su profesión está muy ligada a la escritura, ya que enseña en diferentes centros de formación a dar forma a los microrrelatos. Ruiz Gil analiza en ‘El Faro’ el texto por el que fue premiada y sus planes de futuro, como la publicación de su primera novela para el próximo año en Ediciones B en Colombia.
–¿Cómo se enteró de que era ganadora del premio Encarna León de 2011?
–Fue algo más bien insólito, pues el que recibió la llamada de los jurados fue mi abuelo Paco, quien vive en Colombia, y quien ha sido siempre mi motor para escribir y crear. La noticia a él le hizo inmensamente feliz y el hecho de que haya sido el primero en saberlo para mí es invaluable. Fue una noche muy literaria, de llamadas y felicitaciones a través del globo.
–¿Cuáles fueron los motivos por los que decidió presentarse a este concurso?
–Considero que es un premio muy bien dotado. ¿Por qué no atreverme a enviar un relato mío? Era la primera vez que me presentaba y fue una sorpresa mayúscula saber que había resultado ganadora, pero esto viene a confirmar que el esfuerzo y la dedicación son la mejor fórmula para trabajar la escritura. El relato ‘La hija del Caribe’ me conmueve, y es una historia que en pocas páginas desarrolla asuntos universales, habla de las relaciones humanas, de los reveses del amor, de cómo las parejas son hermosos equilibrios inestables bailando sobre una peonza con un nombre denostado. De lo que hemos sido y lo que seremos. Todos los humanos nos parecemos, pero nos obstinamos en no creerlo, en no aprender del que está a nuestro lado. El amor es un juego de azares complejos, y vuela sin visa por el mundo. Aunque la historia narre los juegos astutos del amor en el Caribe, las mismas inquietudes laten en el resto del planeta. En todas las calles y aldeas caminan personas enamoradas, personas que han sufrido engaños, personas que se han enamorado de alguien que no los ha determinado y en cada casa ha habido un amor imposible.
–¿Siempre ha estado vinculada a la escritura?
–Empecé a interesarme por la escritura desde niña. Escribía cuentos con doce años y creo que en algún armario habrá poesías pésimas que me salían en juegos experimentales. Estudié Periodismo por buscarle el ángulo práctico a las palabras, pero en mi interior siempre he querido más a la ficción que a la realidad. Ahora tengo dos novelas terminadas, una que se publicará próximamente, ‘Memorias de Soledad’, sobre una colombiana en Madrid, y otra que terminé este año y que titulé ‘Padres y otros fantasmas’.
Cuando no alimento a mis novelas me dedico a escribir y a enseñar a crear un género explosivo y cortopunzante: el microrrelato. Escribo desde 2009 un blog de microrrelatos que se llama ‘Diario de una cronopia’ y en 2011 la editorial ‘Meninas cartoneras’ me propuso publicar ocho de mis microcuentos en una preciosa edición artesana bajo el nombre de ‘Micronopia’.
–El jurado del certamen Encarna León aseguró que su obra tenía fuerza y ritmo y que era "realismo mágico puro teñido de humor especial que da ternura y una mayor emoción a lo narrado”. ¿Coincide con su visión?
–Coincido con el jurado plenamente. Lo que pasa es que no tengo la mira literaria enfocada hacia el realismo mágico, porque eso sería condenarme a vivir en una era pasada. Lo que puedo asegurar es que lo que muchos llaman magia y ensoñación yo lo llamo vida, recalo en lo que otros espectadores no ven, eso me convierte en una fotógrafa sin cámara dispuesta a crear. Donde unos solamente ven manchas, yo veo personas, y eso me ha convertido en una exprimidora de la magia que tiñe y retiñe la vida. Adoro las coincidencias, colecciono casualidades, me nutro de historias que algunos tildan de imposibles, me relaciono con todo tipo de gente, camino mientras leo, dejo que el azar y el viento decidan sobre mis pasos, y alguna vez he dejado que un absoluto desconocido me dé ideas para perfilar un personaje que está derivando en mi cabeza. Va en mi carácter, escribo desde lo que conozco, pero hacia lo que quiero conocer; y por eso suelo tocar fibras del corazón humano; aunque no me declaro una escritora sensiblera ni cursi por sacudir a mis lectores y hacerlos cerrar los ojos por un instante.
–¿Cuál sería la sinopsis de ‘La hija del Caribe’?
–Narra la historia de la abuela Comodora, una figura muy maternal, cargadita de trucos inverosímiles para sortear la vida y, en definitiva, una mujer enseñada para hacer el bien; quien se enamora de Puntoycoma, un poeta mucho mayor que ella y que cambia el destino de Comodora por su facilidad para sucumbir ante las tentaciones y las olas de una bohemia Caribe, que lo transforman en un hombre que acaba por saborear el infierno en su piel. En paralelo se desarrolla la historia de la hija de ambos, y también de una única nieta, quien es la narradora de una historia que retrata bien a esa abuela, luchando como una fiera por salvar a su marido, por recobrar un reducto hermoso en lo que queda de su vida. Es una metáfora a color de los latidos del amor puro, una apología al poder intrínseco del recuerdo, un canto con dosis de humor para hablar de la fuerza que demuestran algunos por mantenerse enteros ante las desgracias más escandalosas. Comodora es un trozo de la esperanza, es una muestra de lo que la especie humana debe ser, un alma enamorada hasta los huesos de alguien que tampoco es malo, pero que decide llevar una vida marcada por la sensualidad y el desenfreno.
-¿Hacia dónde estará dirigida su siguiente obra literaria? ¿Continuará con el relato corto?
-Después de unas vacaciones literarias de escribir novelas, tengo interés en empezar a escribir relatos que pueda convertir en historias ilustradas interactivas. Me llama la atención crear cuentos para adultos que permitan jugar y explorar con las nuevas plataformas. De igual manera no puedo abandonar mis microrrelatos, que me acompañan en mi cabeza donde quiera que voy, y quién sabe, de pronto una de estas noches me encuentro con la primera página de mi tercera novela. Los relatos cortos seguirán siendo una opción, pero empiezo a sentirme muy cómoda con los formatos ultra cortos.
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